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La Huasteca bajo el agua: un llamado a la empatía y a la acción

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El dolor de una región que resiste

La Huasteca de México está viviendo momentos difíciles.

Las intensas lluvias de los últimos días han provocado inundaciones históricas, dejando comunidades enteras incomunicadas, caminos destruidos, viviendas bajo el agua y familias que lo han perdido todo en los estados de Hidalgo,  Veracruz,  Puebla, San Luis Potosí,  Querétaro y Tamaulipas.

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Los pueblos que antes florecían entre ríos, montañas y siembras hoy luchan por salvar lo poco que les queda.

Lo que antes fue abundancia natural, hoy se ha convertido en un escenario de tristeza y urgencia.

Pero entre el dolor también brota algo más fuerte: la solidaridad.

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Esa fuerza invisible que nace cuando las comunidades se unen para levantar lo caído, compartir el alimento, abrir camino entre el lodo y recordarnos que nadie se salva solo.

El cambio climático ya está aquí

Lo que estamos viendo en la Huasteca no es un hecho aislado; es una consecuencia directa del cambio climático.

Los ciclos naturales han cambiado: llueve cuando no debería, los ríos se desbordan con más fuerza, y las sequías son más largas y severas.

El clima nos está hablando, y muchas veces lo hace con dolor.

Durante años, el planeta ha sido advertencia y espejo.

El uso desmedido de los recursos, la deforestación, la contaminación de los ríos y el abandono del campo nos están pasando factura.

El calentamiento global no es una teoría: es una realidad que ya está golpeando los pueblos más humildes y más cercanos a la tierra.

Prepararnos es también cuidar

Tenemos que entender que prepararse para el cambio climático no es un lujo, es una necesidad.

Significa fortalecer nuestras comunidades, crear redes de ayuda, educar a las nuevas generaciones en la prevención y el respeto por la naturaleza.

Debemos rescatar el conocimiento ancestral de los pueblos que siempre supieron leer las señales del cielo, escuchar el viento y entender el comportamiento del agua.

Ellos, los pueblos indígenas y rurales,han sido los primeros guardianes del equilibrio con la tierra.

Su ejemplo puede ayudarnos a reencontrar la armonía que hemos perdido.

La empatía como fuerza de futuro

En momentos como este, la empatía es el puente que nos mantiene humanos.

Ayudar a los damnificados, donar víveres, ofrecer un refugio o simplemente no voltear la mirada, son actos que construyen comunidad y esperanza.

La fuerza de México siempre ha estado en su gente, en su capacidad de levantarse una y otra vez.

Cuando ayudamos a los demás, también nos ayudamos a nosotros mismos.

La empatía, la solidaridad y el amor al prójimo son las verdaderas herramientas que nos harán resistir el futuro.

Un llamado desde el corazón

Desde la comunidad mexicana en Carolina del Norte, Inmigrantes Unidos, nos unimos en oración y acción por las familias de la Huasteca.

Los invitamos a seguir apoyando los centros de acopio y caravanas de ayuda que se están organizando para llevar alimentos, medicinas, ropa y artículos de primera necesidad.

El agua puede arrasar con las casas, pero no con la dignidad ni con el espíritu de los pueblos.

La Huasteca volverá a florecer —porque sus raíces son profundas, su gente es fuerte y su corazón es inmenso.

 Que esta tragedia sea también un despertar

No esperemos a que el desastre toque nuestra puerta para entender la urgencia de cuidar el planeta. Cuidar el medio ambiente es cuidar la vida, y cuidar al prójimo es cuidar la humanidad. El futuro no se construye con miedo, sino con conciencia, acción y amor.

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