En todas las historias por muy terribles que sean, siempre hay esperanza, siempre hay un camino. En esta historia hay un camino hecho por seres humanos, de forma individual o colectiva, de personas preocupadas por lo que pasa con los migrantes en este país.
La publicación del reportaje Mujeres migrantes: cuerpos sin derechos, en Conexión Migrante y aquí en La-Lista cimbró la realidad que día a día vivimos de cerca con las personas en movilidad.
La situación es de emergencia, estremecedora.
Un dato: las mujeres migrantes embarazadas tienen 20 veces más probabilidades de sufrir muerte prenatal que las mexicanas.
Sabías que, si eres mujer soltera, joven y migrante debes prepararte para cruzar este país. No viajar sola, usar anticonceptivos, buscar una pareja que te ofrezca protección.
Porque el camino es largo y peligroso. Los traficantes de personas están apoderados de los caminos y los policías municipales o estatales o de migración cobran por ingresar a las Estaciones Migratorias o a los albergues oficiales.
Mala estadística
Datos del Portal de la Migración revelan que de los 288 millones de migrantes que hay en el mundo, poco menos de la mitad son mujeres.
Ese porcentaje no ha variado en los últimos años, pero sí lo ha hecho la característica de que ahora las mujeres migrantes viajan solas o como cabeza de familia, con niños y niñas.
“Tanto el Pacto Mundial para la Migración como la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes hacen un llamamiento para que se desglose una mayor cantidad de datos sobre la migración en función del sexo y la edad.
“Ambos reconocen que los datos desglosados por sexo permiten identificar y analizar vulnerabilidades y capacidades específicas de mujeres y hombres, lo que pone de manifiesto brechas y desigualdades.
“Estos datos también permiten analizar cómo las normas de género pueden influir en las experiencias de mujeres y hombres en los procesos migratorios y, a su vez, cómo sus experiencias pueden cambiar dichas normas.
“Si bien es importante tener en cuenta las experiencias de las mujeres y las niñas, a las que en ocasiones no se les ha prestado la atención suficiente, también se debería actuar de la misma manera con respecto a las experiencias de los hombres, los niños y las personas LGBTI, que también se ven expuestos a diversas formas de violencia de género o a vulnerabilidades durante los distintos procesos migratorios” establece este artículo sobre Género y Migración del portal.
Luces en la oscuridad
Mujeres como Ximena, quien estudió partería en la UNAM y nunca pensó que la realidad la llevaría a atender a mujeres migrantes en la frontera norte en Tijuana. Ahora encabeza la organización Partería y Medicinas Ancestrales.
Mujeres como Ani, quien vive en Veracruz y aprendió la partería como herencia de su madre y a quien las miles de mujeres y niños migrantes la llevó a subirse a la combi de su esposo y llevar servicios de salud básicos para esta población tan vulnerable, tan olvidada y tan sola.
Mujeres como Lupita Cuevas, que organizó junto con sus vecinos la asociación “Máquina 30-30 de Ayuda a migrantes en Zacatecas para darles comida, ropa, agua y cobijas a los migrantes que pasan cada vez en mayor número por las vías del tren de la capital.
Pienso en estas mujeres, en estas personas y me imagino este país sumido en la oscuridad de la violencia, de la indiferencia gubernamental y la militarización, pero lleno de pequeñas luces que alumbran el camino de las mujeres, hombres y niños en proceso de movilidad.
Sí hay esperanza, siempre hay esperanza.