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OPINIÓN | Una copa para quienes menstruamos

Ya llevo varios meses usando mi copa menstrual. He ido a la playa y he caminado con ella puesta hasta por 6 horas. ¡Me he sentido cómoda! Además, me ha servido a modo de autoexploración. ¿Por qué no supe toda esta información antes?

Desde que me desarrollé, a los 11 años de edad, había usado toallas sanitarias. Fueron muchas. Una mayoría de edad. Y muchas veces mis reglas fueron tortuosas. 

Mi período dura pocos días, pero es de flujo abundante, así que usaba 2 paquetes de toallas sanitarias y hasta más porque absorbía muy rápido y la toalla se llenaba y se podía desbordar la sangre. Cuando iba a clases o al trabajo, me ponía una camisa larga o un suéter para que tapara mi pantalón por si me llegaba a manchar. Y ni contar las veces que mis sábanas se ensuciaron. 

En otros momentos me irritaba con el roce de la toalla.

Desde hace dos años, he tratado de ser más consciente con el ambiente. Quería- y quiero- sentir que aporto mientras esté en esta tierra. Sí, sí, ya sé que yo no podré salvar el mundo porque hay quienes lo dañan con sus aviones privados o en fiestas excéntricas en patrimonios naturales. Pero aquí me quedo con lo que dijo George Carlin, comediante americano:

“La mayor arrogancia de todos es que salvemos el planeta. No sabemos ni cuidar de nosotros mismos aún, no hemos aprendido a cuidarnos el uno al otro y vamos a salvar el jodido planeta”.    

Al menos quiero sentirme bien con mi contribución. 

Ya había escuchado sobre la copa menstrual, pero la verdad había sido muy poco. Una amiga, también migrante, me dijo sobre los beneficios de usarla. Me insistió un par de veces para que la comprara, pero yo estaba renuente.

Desde entonces, comencé a investigar por mi cuenta. No genera infecciones, puede llegar a tener una vida útil de entre 3 a 10 años. Hay más ahorro económico y es mejor para el medio ambiente. ¿Cuántas toallas no he tirado a la basura en mi vida? ¿Cuánto tardarán esas toallas y envolturas en degradarse? Tantas preguntas que me hice que me decidí a comprar la copa. Mi amiga me envió el link de Amazon. Ese fue el regalo perfecto para las navidades de 2021. 

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Cuando la usé las primeras veces, me saltaron más preguntas. ¿Pueden las otras mujeres comprarse una copa? O ¿Pueden las madres comprar los productos para sus hijas? ¿Cómo harán las mujeres para cambiarse la toalla cuando están en ruta migratoria? ¿Cuántas horas pasará una mujer con una toalla mientras está en la selva o en un bote para cruzar el charco? ¿Qué pasa con aquellas que tienen que nadar? ¿Qué pasa con las niñas que menstrúan y también están en ruta? ¿También qué pasa con aquellas que trabajan en la calle y buses y acceder a un baño no es tan accesible? Hay tantas preguntas en este tema…

Atravesar la selva del Darién, ruta fronteriza entre Panamá y Colombia, puede tardar desde 5, 10, 15 días o más y también en el camino hay grupos criminales que asaltan para robar pertenencias de los migrantes. 

Los datos nos confirman que en las crisis humanitarias, guerras y migraciones, las mujeres deben decidir entre comprar comida o productos menstruales. O peor aún, ¿qué pasa con las que tienen urgencia familiar y deben enviar remesas a sus países de origen? Como lo explica Leïla Peltier-Bonneau, socióloga con maestría en Asuntos Internacionales y Desarrollo, “la migración es un determinante social que aumenta las desigualdades en el acceso a una información veraz y contundente sobre la gestión menstrual”.

OPINIÓN | Una copa para quienes menstruamos
OPINIÓN | Una copa para quienes menstruamos

Esta copa junto a la máquina de esterilización tuvo un valor de S/ 250 ($ 67.55). Un valor que no tuvo tanto impacto en mi presupuesto porque tengo un empleo fijo. Si sacamos cuentas, un sueldo mínimo en Perú es S/ 1025 mensuales, lo que representa 7.3 días de trabajo. Y aunque me pareció más barato adquirirla que estar comprando cada mes dos paquetes de toallas sanitarias, hay quienes no pueden costearse estos productos de higiene personal. 

Muchas pueden tener pobreza menstrual. 

¿Qué significa esto? “Falta de acceso a productos de higiene sanitaria por problemas económicos”.

Comprar un paquete de toallas sanitarias no tiene el mismo valor que hace unos meses atrás, la inflación está calando en muchos países y golpea más a los vulnerables.

En el caso específico de Perú, muchas mujeres perdieron sus empleos debido a la pandemia y, de acuerdo con el informe Inclusión social y económica de mujeres migrantes en Perú, la mayoría de ellas indicó que ante el desempleo y la pérdida de ingresos, se endeudaron para seguir proveyendo a sus familias.

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De acuerdo con la información que tiene Cepaz en sus redes es “que los productos de higiene menstrual aunque son bienes esenciales tienen un alto costo”, así como tampoco no existen servicios sanitarios públicos adecuados para que las mujeres puedan usar al salir de sus casas”. 

Ya llevo varios meses usando mi copa menstrual. He ido a la playa y he caminado con ella puesta hasta por 6 horas. ¡Me he sentido cómoda! Además, me ha servido a modo de autoexploración. ¿Por qué no supe toda esta información antes? 41 % de las niñas y jóvenes en comunidades migrantes en Colombia no tienen los productos para atender su menstruación

Realicé un recorrido por cinco farmacias en la zona en la que vivo y en ninguna venden copas menstruales, tampoco las vi en los dos supermercados en el área de higiene. 

La menstruación debe ser un tema  de salud pública que tome el Estado y los gobiernos locales para que las mujeres tengan acceso a la información y a implementos de higiene. 

Valoro y celebro las diferentes iniciativas que han surgido para paliar esta situación. Una muestra de ello es https://cpuvcolombia.org/, una ONG que trabaja para reducir las brechas de desigualdad de la población migrante.  

Lo que más deseo son herramientas para la gestión de nuestra higiene y una copa para las niñas y mujeres.