Cada 30 de julio celebramos a Santa María de Jesús Sacramentado, la primera santa mexicana. María de Jesús Sacramentado nació en Zapotlanejo, Jalisco, el 8 de septiembre de 1868.
En su juventud quedó huérfana de padre y madre. Poco después, sintiendo una gran inquietud vocacional, ingresó a la Asociación de Hijas de María.
En 1905 asistió a una jornada de ejercicios espirituales. Ahí decidió formar parte de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, una organización fundada por el Sr. Canónigo Atenógenes Silva.
Esta organización religiosa se encargaba de atender a los enfermos en el Hospital del Sagrado Corazón.
En 1921, María de Jesús recibió el título de Superiora General. Años después, durante la cruel persecución religiosa en México, mantuvo con firmeza la vida espiritual y la disciplina del instituto a ella confiado.
Durante ese tiempo redactó las constituciones de su congregación. Un concejo religioso aprobó estas constituciones en 1930.
Mientras ejercía su servicio como superiora, María de Jesús fundó varias casas para atender a los necesitados. Ahí prodigó cuidados verdaderamente maternales a los enfermos y a las religiosas puestas bajo su tutela.
Ella atribuía su fortaleza a la comunión de la Sagrada Eucaristía.
En los últimos años de vida su salud fue decayendo, pero siguió dando ejemplo de abnegación y entereza. Finalmente, María de Jesús partió a la Casa del Padre el 30 de julio de 1959.
El milagro de María de Jesús Sacramentado
El milagro reconocido para su Canonización fue la sanación de Anastasio Ledezma Mora.
Anastacio entró al Hospital del Sagrado Corazón para recibir una operación quirúrgica.
Después de la anestesia, se manifestó una lentitud cardíaca, que siguió avanzando hasta finalizar en un paro total del corazón y de las arterias. Enseguida se intentaron terapias de reanimación. Sin embargo, todo fue en vano: el enfermo cayó en coma profundo.
Los médicos que estaban en el quirófano, así como la esposa del enfermo y las hermanas (Hijas del Sagrado Corazón), invocaron la intercesión de la Beata María de Jesús Sacramentado.
Luego de 10 o 12 minutos, las palpitaciones se restablecieron. Además, más allá de lo que los médicos esperaban, el enfermo no sufrió ningún daño en el cerebro.
A los pocos días lo sometieron a una hemicolectomía con colostomía definitiva sin complicación alguna. Se tuvo como admirable la reanudación de los latidos del corazón gravemente interrumpidos.
Texto: ACI Prensa
