A pesar de que en agosto, cuando Banxico bajó la tasa de referencia a 8%, el gobernador del Banco de México Alejandro Díaz dijo que el instituto central no estaba cambiando su orientación de política monetaria, lo cierto es que ahora, con la baja a 7.75% es claro que vamos para otro rumbo.
No es extraño. Banxico se unió a otros ocho bancos centrales del mundo que entre junio y septiembre bajaron su tasa de interés. El de Rusia, Sudáfrica, Australia, India, Estados Unidos, Indonesia y Corea del Sur la redujeron 25 puntos base; el de Taiwán la bajó 12.5 puntos base y la gran sorpresa fue el de Turquía que la redujo 4.25 puntos bases.
Esta oleada de reducción de tasas tiene dos razones. En varios países del mundo desarrollado hay deflación y las economías, o están sin crecimiento o al borde de la recesión.
En ese panorama los bancos centrales abaratan el costo del dinero para que los ciudadanos no lo ahorren, sino que lo gasten o lo inviertan y de esa manera reactivar el consumo y evitar la recesión y, en algunos casos, hasta estimular que los precios suban.
En México, es claro que Banxico debe bajar la tasa de interés, más aún, es conveniente que las reduzca cuando menos dos veces más en lo que resta del año y lo aconsejable sería que termináramos el año con una tasa de referencia de 6%.
Pero la realidad es que la responsabilidad legal de Banxico es cuidar la inflación, no vigilar el crecimiento de la economía.
Por ello serán prudentes ya que aunque en este momento no se ve peligro inflacionario, el hecho de que la economía mexicana, que estaba parada hasta junio, mostró en junio sus primeras cifras negativas, que podrían significar que terminemos el año en camino firme hacia una recesión, no debe influir en las decisiones de política monetaria.
Si en el tercero y cuarto trimestre los datos son negativas, será claro que estamos en recesión.
Pero en un mundo con tasas de interés en 1.75%, en cero o en tasas negativas, en México no está claro que Banxico deba bajar la tasa de interés con rapidez.
Las Juntas de Gobierno de Banco de México se han caracterizado por su prudencia. Con toda razón, la tasa de interés estaba en 3% desde 2008, con una inflación de 3%. Cuando el índice de precios empezó a subir debido al empuje de los precios de los combustibles y a la depreciación del dólar, la tasa de interés subió parsimoniosamente.
En realidad, la inflación se controló porque los precios de los combustibles y la depreciación del peso se detuvieron. Sería difícil evaluar que tanta influencia tuvo en ello la subida en la tasa de interés.
Ahora, los miembros de la Junta de Gobierno del Instituto Central temen que con el manejo de la política económica, el susto que tienen los inversionistas sobre México y el riesgo que representa Pemex, el peso vuelva a depreciarse y las presiones inflacionarias se reactiven.
Por eso, es difícil pedirles que bajen la tasa de golpe. Con esos elementos, ir paso a paso es lo más aconsejable, porque la verdad es que el rumbo de la economía no es bueno y no hay visos de que vaya a cambiar.
Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en mi cuenta de twitter @jerezano52