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PERSPECTIVAS | La recesión que viene

Además de los casos como el del NAIM y las huelgas; el gobierno está paralizado por funcionarios que no saben qué hacer y la falta de reglas de operación

Una de las metas de Andrés Manuel López Obrador es que la economía mexicana crezca un promedio de 4% anual; no sólo esa meta no se cumplirá, sino que lo más probable es que caigamos en una recesión.

El susto que el Presidente de la República ha metido de los inversionistas desde el NAIM y hacia delante, las semanas de escasez de gasolina, la toma de las vías en Michoacán y la viralización de las huelgas en Tamaulipas son razones suficientes para que la economía evolucione hacia la contracción.

Un freno adicional al crecimiento será la parálisis del gobierno; hoy por hoy, porque muchos llegaron a sus puestos y no saben qué hacer y en otros casos porque no hay reglas de operación; en el medio plazo, la mudanza de las Secretarías de Estado a diversas entidades hundirá al gobierno en una parálisis de la que le costará mucho trabajo salir y no se puede ignorar que la economía mundial también crecerá menos este año.

Con todo este cuadro, la economía mexicana podría contraerse, por más que los pronósticos de la mayoría de los organismos, incluyendo al Fondo Monetario Internacional, y los economistas privados consultados por el Banco de México y el propio Banco Central, pronostican un crecimiento de entre 1.5 y 17% en 2019.

Los años de inicio de sexenio son complicados para cualquier gobierno. En lo que se coordinan, en lo que encuentran la forma de hacer las cosas, frenan la economía.

Para no ir más lejos, en el primer año de Enrique Peña Nieto, 2013, la economía apenas creció 1.1% por la sencilla razón de que no pudieron ejercer el gasto.

Ese factor también está y estará presente en este primer año de la Presidencia de Andrés Manuel López Obrador. No podrán, no sabrán cómo ejercer el gasto y eso ya determina que el crecimiento sea muy pequeño, cuando mucho 1%.

Pero la realidad es que no solo es el gasto público el motor de la economía, sino las inversiones.

Y las inversiones han venido cayendo. La última cifra del INEGI, correspondiente a noviembre de 2018 nos indican que la inversión fija bruta, que es la que se realiza en la compra de maquinaria y equipo y la construcción, se contrajeron 3.8% la de maquinaria y 1.8% la de construcción.

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Si a eso sumamos la parálisis que ya sufre el gobierno, la falta de ejercicio del gasto y, en especial, el susto que trae de sector privado, veremos el cuadro completo para que haya recesión.

El Presidente de la República se reunió con los más importantes empresarios del país para ser testigo del cambio de presidente del Consejo Mexicano de Negocios.

Los empresarios le sonrieron, fueron corteses, incluso le bromearon y escucharon con mucha atención cuando de mandatario les dijo que la meta era crecer 4% anual.

Pero nadie, ni en lo individual no en lo colectivo, le prometieron que invertirán; nadie mencionó una sola cifra por el sencillo hecho de que el sector privado está con el freno puesto porque huele que las cosas ni van bien ni mejorarán.

Lo más probable es que veamos una economía contrayéndose, con cifras negativas, por primera vez desde aquel 2002 cuando el atentado a las Torres Gemelas, en septiembre de un año antes, recesionó, también, a la economía mexicana.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguir en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en mi cuenta de twitter @jerezano52.