Hoy estoy en shock, esta mañana, como a las 5:30 am, antes de pasar el puente del Incienso, sobre el anillo periférico de la ciudad de Guatemala, nos encontró la Caravana migrante de Honduras.
Me quedé mudo, escuchando los silencios y las reacciones de mis sobrinas, era un silencio impotente y aterrador.
Lo único que quería hacer era pasar comprando pan y llegar a la Casa del Migrante. La Majito tuvo el atino de dejarme en la 12 avenida y 4ta calle, a unas cuantas calles del albergue.
Encontré una panadería, sencilla y de barrio, mi hermano me acababa de dar unos 100 Quetzales (50 pesos ). Les pedí pan por esa cantidad, en eso comenzaron a pasar algunos migrantes con un vaso de café en sus morenas manos, no pude evitar abrir la primera bolsa y comenzar a repartir pan, cuando me volteé para tomar la segunda bolsa de pan, veo que hay dos más, les digo que sólo tengo para 100 Quetzales. Y me dicen que ellos ofrecen otro poco, solo pienso en la multiplicación de los panes en el cerro por Jesús, los vericuetos de la fe.
Tomo de nuevo el camino, comienza a caer una pertinaz lluvia, la cual sólo acrecienta mi ansiedad, me encuentro con cientos de migrantes, eran muchos, me partió el corazón ver la cantidad de niñas y niños, muchos bebés, me sentí tan pobre.
Las bolsas de pan, se vaciaron en un santiamén, ya no tenía dinero para más pan, café o plásticos, así resguardarse de la lluvia y el frío… que mal me siento, que pobre soy…
Llego al albergue, todavía quedan cientos de migrantes, ayudo a recoger basura, oro con algunos migrantes; impongo las manos sobre algunos niños, me agoto rápidamente, ya no tengo 20 o 30 años, y el cáncer me quita rápidamente las energías, más no la esperanza.
Salgo del albergue, despojado y cansado, necesito respirar, me urge recargar mis energías. Voy caminando bajo esta lluvia, necia y terca.
Me refugio en una Iglesia que encuentro en mi camino, tengo tanta necesidad del buen Dios, de su regazo maternal… me quedo en silencio, despojado…
Son 35 años de acompañar y apoyar a poblaciones vulnerables, de esos son 25 junto a la comunidad migrante.
Gustavo Monzón Escobar, Casa de Hospitalidad Nazaret CW de acompañamiento y atención migrante en CDMX