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Puerto de Palos | La caravana más vigilada

Esta opinión fue escrita por el doctor Eduardo Bueno es analista y consultor en temas de política y migración.

En el mundo de los procesos migratorios globales, tenemos la Caravana Viacrucis Migrante centroamericana que pasa por México en dirección a la frontera de los Estados Unidos, se escoge la Semana Santa y es todo un ritual entre sacro y profano que simboliza el derecho al trabajo y la solidaridad entre migrantes.

Se puede discutir su ilegalidad, como también podemos discutir la ilegalidad de algunos gobiernos centroamericanos nacidos con fraude electoral y apoyados por el gobierno de los Estados Unidos, como es el caso de Honduras.

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Pero en los últimos días esta caravana humanitaria, fue objeto de atención internacional porque el Presidente Trump, la condenó y la tomó de pretexto para anunciar el envío de la Guardia Nacional a la frontera con México en medio de una retórica amenazante y guerrera, lo cual generó protestas en el senado mexicano y una de las mejores intervenciones del Presidente Peña Nieto en lo que va de su gestión.

Sin embargo, el incidente puso al desnudo, uno de los mayores secretos de los diversos mecanismos de cooperación entre los Estados Unidos y México, desde que se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Nos referimos a la sistemática vigilancia, registro y almacenamiento de datos privados de orden personal y de características físicas de los ciudadanos centroamericanos que transitan por México, incluso de aquellos que vienen con visado. Lo han estado haciendo funcionarios mexicanos con el asesoramiento de funcionarios estadounidenses.

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Ello se equipara con un trabajo de inteligencia sumamente inamistoso con los países centroamericanos por parte de México, cuyos ciudadanos –sobre todo a partir del 2014- son registrados, y clasificados con escáneres biométricos en los centros de detención de migrantes e incluso cárceles. Es asumir la criminalización de los centroamericanos y violar su privacidad, atentando contra convenios internacionales. Se confirma de esta forma, que México ha estado haciendo de guardián de los Estados Unidos en la frontera sur, en el mismo momento que dos millones de mexicanos eran expulsados por el gobierno de Barack Obama.

Los peligros de esta “cooperación” –y debe ser investigada por el congreso mexicano-, es detectar si esas tecnologías han sido utilizadas con los migrantes mexicanos que se trasladan al norte. Si bien es cierto, hay una tendencia descendente, se debe descartar este tipo de registros y vigilancia ilegales.

Que paradójico, durante años el Padre Solalinde luchó para registrar a los centroamericanos en su paso por México de tal forma que sus familias supieran su destino, información básica y fotos, y resulta que esa información la tenían agente mexicanos en su “cooperación” con las agencias norteamericanas. Bien harían los gobiernos centroamericanos y acceder a esa información, para aclarar el destino de los cientos de desaparecidos y asesinados hondureños, salvadoreños, guatemaltecos.