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DESDE ACÁ… Son de aquí y son de allá – [Deportados Unidos En La Lucha]

Connacionales que han sido repatriados a partir de la llegada de Donald Trump, decidieron unirse y conformar un Colectivo al que denominaron Deportados Unidos por la Lucha, quienes expresaron hace algunos días en una primera conferencia de medios en la Ciudad de México, su evidente inconformidad, frustración y desaliento, ante el poco y casi nulo apoyo del Estado mexicano para apoyarlos a reinsertarse a la vida nacional.

La vocera de este movimiento Ana Laura López manifestó a nombre de sus compañeros y compañeras deportadas, el viacrucis que enfrentan al regresar y que se resumen en algunos puntos básicos:

Respeto y Dignidad. Una terrible, indebida y grosera falta de respeto hacia quienes tuvieron hasta hace algunos meses la posibilidad de aportar con su esfuerzo remesas, recursos constantes que han impedido que diversas localidades del país entero sufran un caos mayor por falta de liquidez, miles de familias que sobreviven gracias a estos recursos. El trato recibido al hacer tramites no ha sido ni siquiera el aceptable.

Identidad. No son de aquí, ni son de allá… en los hechos las dependencias los hacen sentir ajenos, extraños, totalmente fuera de lugar, en donde deberíamos recibirlos como en su casa. Ellos y ellas son mexicanas, pero los terribles y engorrosos trámites, les impiden como una nueva frontera, casi un muro, tener acceso a su identidad. Ni siquiera en su país de origen les hacen válidos o les brindan un acta de nacimiento y una credencial de elector.

Sin estos documentos básicos cómo pueden acceder a un empleo, cómo pueden incorporarse a la educación, cómo pueden empezar. Cómo se puede pedir que los traten con dignidad en Estados Unidos, sí en México no se empieza por hacerlo. Expusieron uno a uno sus casos como migrantes y esta misma organización se ha dado a la tarea de documentar en breves videos las peripecias y el viacrucis que deben enfrentar para lograr la revalidación de estudios.

Por ello, exigen la validación de las credenciales que el Instituto Nacional Electoral generó desde los consulados así como las actas de nacimiento que además pagaron desde Estados Unidos, ademas de la expedición de certificados de competencias laborales, pues con su especialización en diversos oficios ejercidos en los Estados Unidos si son certificados seguramente podrían facilitarles la búsqueda de empleos. Expusieron: “seguimos en estatus de no lograr nuestra identificación es un verdadero problema obtener documentos de identidad”.

Expresaron su dolor al haber sido separados abruptamente de sus familias, por lo que denunciaron que los derechos humanos, están siendo violados por ambos gobiernos el de Estados Unidos pero desafortunadamente también el de México, quieren que se respeten sus “derechos a un empleo digno, a la salud, a la educación y a ser tratados con dignidad, son básicos”.

Las y los migrantes se pronunciaron en contra de la discriminación y la criminalización, desde los centros de detención antes de salir de la Unión Americana hasta la forma en la que son tratados en México, discriminados por su forma de hablar, por su forma de vestir, si usan tatuajes, los prejuicios sobre las causas por las que fueron deportados, sin saber en realidad que la mala fama la ha creado en casi todos los casos el mismo Donald Trump.

Y para continuar denunciaron explotación laboral,  pero no sólo de ellos, sino de todos y todas las que viven en México. Consideran injusto el salario mínimo y la falta de empleos, porque siguen siendo los principales factores por los cuales salieron del país, “es tiempo de salario digno y justo para todos, si esto cambiara, es lo que nos podría llevar a la unificación familiar por eso es tan importante”, argumentaron. Será por eso que hace algunos días se hablo de aumentar el salario mínimo, ojalá no sólo se quede en anuncio.

Señalaron que para lograr su reunificación familiar, requieren de empleo, salario y una vivienda “derecho a un programa para que los repatriados y deportados accedan a una vivienda digna”, son enviados a México en muchos casos sin documentos, sin un peso en la bolsa y con un desconocimiento del país, de su país de origen, oyen hablar de como la pasamos pero vivirlo es diferente y en esas circunstancias peor.

Llenaron la voz y exigieron la creación de un programa integral donde exista un verdadero conocimiento del fenómeno de la migración, argumentaron con casos específicos que los existentes reflejan gran deficiencia, desconocimiento y hasta negligencia los y las servidoras públicas que los atienden e incluso aspiran a que de lograrse una institución de esta naturaleza quienes atiendan a las y los migrantes sean o hayan sido deportados o repatriados, “sóloo así podrían sentir lo que se vive y cómo deberían tratarnos, con amabilidad, respeto y dignidad”.

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Y cómo pedir no empobrece, también la nueva generación de migrantes busca la representación dentro del gobierno mexicano, dentro de los poderes del Estado, “hemos aportado mucho desde allá a México y no tenemos alguien que nos represente, solo con alguien que haya sido migrante se podrían facilitar leyes y programas que nos protejan”, expresaron.

Armando Bolaños, originario de la Mixteca oaxaqueña, emigró a California, trabajó en campos agrícolas y en los sesentas marchó por los derechos pro migrantes al lado del legendario líder César Chávez, “dimos la lucha por una vida mejor, se crearon mejores condiciones de vida para todas las minorías, y como entonces nos sentimos extranjeros en nuestra propia tierra, vivimos en Estados Unidos en tierras ocupadas por la migración europea”, pero esas tierras eran de los ancestros desde la época prehispánica.

Otro migrante Francisco Juárez, dijo tener dos meses de haber llegado a México, “estuve viviendo 14 años en Kentucky, mi vida era tener un trabajo, un salario que me permitió pagar renta y comida, impulsé un taller literario, voluntario, en bibliotecas donde ayudaba a que la niñez se integrara a lectura, hace 4 años con artistas de diferentes nacionalidades se creó un grupo de teatro comunitario en español con subtítulos en inglés, ya era una especie de celebridad local por el trabajo realizado”.

Sin embargo, compartió, yo veo muy difícil conseguir trabajo a los 46 años, es mi edad, aquí, se me hace discriminatorio, cuando llegue a Estados Unidos en 3 días ya tenía trabajo sin papeles en mi país, llevo dos meses sin documentos y no tengo trabajo.

Y relata la burocracia para obtener documentos: “es más complicado conseguir la credencial de elector, te piden testigos y entonces hay que llevarlos, pero cada quien tiene horarios muy diferentes, es un mundo raro hace 14 años que ya no venía y yo me acostumbre a otro sistema, pido comprensión de la gente acá, porque te miran, te tratan como si hubieras hecho algo malo porqué te deportaron y hay estigma de que somos malos y mucha gente te describe así, pero yo no hice nada malo”.

Diego -otro de los deportados- narró que llegó de Georgia, donde vivió 17 años, es divorciado y al momento de ser repatriado tenía la custodia temporal de su hijo, estuvo detenido 4 meses, con voz entrecortada, pidió el apoyo que tanto han pregonado las y los políticos que han viajado incluso como nunca a Estados Unidos y han anunciado con bombo y platillo que hay recursos y apoyos para ellos.

“Exigimos el apoyo, la asesoría que los políticos prometieron, no hay apoyo, día a día se violan nuestros derechos humanos, es un sueño que el gobierno trabaje, no pedimos limosnas solo apoyo, la gente que viene llegando necesita apoyo moral, psicológico, económicamente”, describió.

El ex cónsul Fernando Méndez Lugo expresó su apoyo a este grupo como representante de una fundación que tiene como propósito apoyar a todos los deportados de Mexico y Centroamérica, “no se entiende porque no hay solidaridad humanitaria también con otros migrantes, los centroamericanos”. En ese sentido, propuso vincular a las y los deportados con empresas que pueden emplearlos ante cualidades como la facilidad para hablar de forma bilingüe y así reinsertarlos en la vida laboral.

Activistas como Federico Campbell demandaron que los mil millones de pesos anunciados desde el Gobierno Federal para los 50 Consulados regrese una parte para el apoyo a los repatriados, y en esta columna hemos señalado que el costo de la asesoría legal en Estados Unidos, es muy costosa y que los recursos no estaban llegando.

Los testimonios expresados reflejan a todas luces la falta de apoyo. Ana Laura ratificó que es urgente detener los prejucios, todas y todos tienen cualidades, ellos y ellas se definieron como personas valientes, con lealtad, trabajadores, “no somos criminales, lo único que hicimos fue buscar una vida mejor y estamos aquí de vuelta con animo de salir adelante”. Qué se necesita para que dejen de ser extranjeros en su tierra, instituciones y servidores públicos, no se olviden son de aquí y son de allá…