Beneficio de la lectura – “A ver, explícame, ¿cómo lees?” preguntaba el maestro Ray a uno de sus estudiantes. Éste, sin poder entender el sentido del cuestionamiento decía: “Pues como todo mundo”, mostrando con las palmas de la mano cómo sostenía el libro.
“Me refiero a en qué posición te pones a leer cuando lo haces. Si estás sentado, parado, acostado, etc”.
En actitud apenada el joven contestó: “La verdad es que no leo con frecuencia, pues no aguanto mucho. Generalmente es por la noche, cuando llego a casa. Me siento fatigado por las actividades del día. A veces tomo los libros de la escuela, pero usualmente mis compañeros de casa me encuentran dormido, con el libro sobre la cara.”
“Entonces no podemos decir que tienes el hábito de la lectura”, afirmó el docente.
“Para conseguirlo, debes fijar una cierta hora del día (o de la noche) y establecer un determinado tiempo de lectura, diez, quince, veinte minutos o media hora, depende de tus actividades ordinarias. Debes hacerlo diariamente por al menos tres semanas consecutivas o un mes. Después de esa temporada logras adquirir una costumbre y la inercia te hará seguir, hasta conseguir un hábito. No cuenta cuando leemos los textos escolares. Recomiendo libros de literatura universal, de esparcimiento. Procura estar sentado o caminando despacio por tu habitación o por un patio, si es de día. ¿Cuáles son tus libros favoritos?”.
“Me gustan las historias de ciencia ficción, los de aventuras, de viajes”, fue la respuesta.
“Empieza hoy con este”, expresó el maestro, alargando el brazo para hacerle llegar un libro que algunos de sus condiscípulos habían estado comentando en un descanso escolar, ese día por la mañana.
Intentó atender las recomendaciones, adquiriendo asiduidad a la biblioteca de la escuela, donde reconoció a otros compañeros lectores. Empezó a frecuentar conversaciones temáticas con ellos e intercambiar títulos de obras diversas.
Años después hizo un balance de los beneficios adquiridos por la lectura. Sustentó un excelente examen profesional porque aquella conversación oportuna, había transcurrido en los inicios de su carrera; obtuvo seguridad al comentar determinadas temáticas de estudio; inconscientemente fue refinando su vocabulario; dejó la introversión característica de su personalidad; confirmó sus aprendizajes en el uso de la ortografía; aumentó la frecuencia en sus intervenciones en clase, adquirió lucidez mental, aprendió a defender y argumentar situaciones, etc.
Admiró al maestro Raymundo, pues siendo muy joven, su capacidad productiva académica era sobresaliente. Se daba tiempo para conversar con sus estudiantes. Atendía adecuadamente a los más aventajados y elevaba las expectativas de los rezagados.
Enseñó a organizar el tiempo, a sistematizar el trabajo y atender varias responsabilidades simultáneamente. Era inquieto, inteligente, dinámico, alegre y perspicaz. Cualidades de gran valor en la función educativa. Sigue siendo ejemplo y referente distinguido en el ejercicio docente.
Es la lectura un medio magnífico para adquirir cultura, ser autodidacta, para incursionar en el conocimiento, comprender al ser humano, el mundo y el universo.