Emprendimiento, un aliado en el derecho a migrar

Hoy, 16 de abril, se conmemora el Día Mundial del Emprendimiento. Es una fecha particular: celebramos todos aquellos proyectos que ponen cara, desde la creatividad, a la violencia económica de los territorios donde el ejercicio laboral tradicional se ve obstaculizado por diversas razones.

En un estudio de 2022, “Ventajas y desventajas al emprender en México”, el Impact Hub cuenta que 9.9% de quienes se reconocen como emprendedores en este país son de “tono de piel moreno”, en contraste con 45.8% de “tono de piel claro”. El estudio también dice que, quienes más emprenden, son mujeres: 62.2 por ciento. 

El asunto con el emprendimiento es que, en países como México, éste no es reconocido cuando se trata de actividades al margen de la ley o “informales”; sin embargo, si las tomamos en cuenta, las cifras se modificarían, pues tan solo en este país, más del 55% de los negocios que existen, lo hacen desde la informalidad, informó INEGI en 2023.

Emprendimiento, una respuesta a la violencia económica

Según la Asociación de Emprendedores de México (ASEM), las personas emprenden por dos razones: el crecimiento personal y resolver conflictos. Ambos móviles son compartidos por un grueso de la población en tránsito quien busca, como resultado de la movilidad, una mejor calidad de vida.

El emprendimiento es una respuesta a una problemática más amplia: la violencia económica, que podría resumirse como todos aquellos factores que afectan la capacidad de una persona para ganar, administrar y usar el dinero.

Abandonar el lugar de origen puede consistir no sólo en un movimiento de lugar físico como tal; una vez que se ha emprendido el viaje hacia cualquier otra parte, también se puede vislumbrar como destino la posibilidad de hacer, y ser, algo distinto a lo que se ha sido.

Resilir desde el emprendimiento

Con antelación, en Conexión Migrante te hemos hablado de las experiencias emprendedoras de personas migrantes: te contamos sobre el negocio de platillos típicos venezolanos que, en Estados Unidos, Carolina García y Carolina Salinas crearon para compartir, con compatriotas y personas nuevas, sus raíces.

También te hemos hablado de Jesús Riaño, otro venezolano que, a base de la hechura y venta de “Quesillo”, un flan con caramelo, recorre ciudades en un carrito mientras comparte su origen y gana dinero por ello, pues difunde sus pasos en redes sociales. 

Otro ejemplo han sido Karina y Valeria, quienes desde un refugio en Tijuana no ganan dinero aún, pero transmiten a través de la cocina un espacio de resistencia y construcción de espacios seguros. 

El emprendimiento, como la movilidad humana, son dos lugares de resistencia, inventiva y construcción de esperanza que combina dos elementos fundamentales: lo que se ha sido, y a dónde se quiere llegar.

Si aún no sabes qué hacer en medio de tus espacios de movilidad, reúnete con los tuyos y pregúntate: ¿Qué podría unir esto que somos, con aquello que pretendemos ser? ¿Qué puedo compartir con el mundo que, desde mis raíces, me permita conectar con lo que los otros son?

Las respuestas podrían traerte ideas nunca antes pensadas. Al final, migrantes y emprendedores comparten algo fundamental: sus ganas de cambiar el rumbo de lo que existe. Con creatividad, hacerlo distinto: hacerlo mejor.