Ineficientes, déspotas, racistas, ineptos, arrogantes, groseros, creídos y prepotentes; así describen los mexicanos que radican en Estados Unidos a la mayoría de los trabajadores de los Consulados de México en la Unión Americana.
Para la comunidad migrante, la falta de comunicación, servicio y atención consular, causan siempre –y hoy más que nunca- molestia, impotencia e indignación, sobre todo cuando el presidente de México, Enrique Peña Nieto anunciara en enero de este año, la canalización de mil millones de pesos (aproximadamente 50 millones de dólares) que serían repartidos en los consulados en Estados Unidos para abrir líneas de atención y orientación jurídica.
Las denuncias son generalizadas: Los Consulados de México en Estados Unidos no atienden a los paisanos, no contestan el teléfono y programan citas hasta tres meses después de solicitarlas.
Son momentos muy demandantes para los 50 consulados mexicanos en todo Estados Unidos. La retórica y las órdenes ejecutivas anti-inmigrantes de Donald Trump han hecho que los mexicanos abarroten las representaciones consulares de México en el vecino país del norte.
“Hay un sentimiento inherente de vulnerabilidad si eres indocumentado en este país, y esa vulnerabilidad te lleva a alejarte de cualquier cosa que tenga que ver con el gobierno”, dijo Carlos González Gutiérrez, cónsul general en Austin a The New York Times.
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