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“Un día volveremos a ser los mismos de antes”: Carlos López

“Un día volveremos a ser los mismos de antes”
El mexicano Carlos López migró a Nueva Jersey. Debido al Covid-19, perdió temporalmente su trabajo como mesero, pero algún día seremos los mismos de antes.

El mexicano Carlos López migró a Nueva Jersey hace un cuarto de siglo. Perdió temporalmente su trabajo como mesero debido al coronavirus, pero confía en que todo irá regresando a la normalidad paulatinamente. En México, su hija mayor lo piensa y se inquieta por el futuro, pero tiene claro que, pese a los vaivenes de la vida de los migrantes indocumentados, el futuro de su padre es mejor en Estados Unidos.

La historia de la mayoría de los migrantes mexicanos se escribe siempre en dos lugares al mismo tiempo: en aquel que se eligió para afincarse en Estados Unidos y en el terruño en el que se nació, aquel donde siempre estará una parte de la familia.

Carlos López partió a Estados Unidos hace 25 años. Vive Nueva Jersey, el famoso “estado jardín” debido a sus numerosos y bien cuidados parques que disfruta la población. Ha realizado distintas actividades, pero durante los últimos tres años trabajó como mesero. Su historia es la de muchas otras personas que trabajan en este negocio: el restaurante en el que laboraba tuvo que cerrar sus puertas tras declararse la emergencia sanitaria por COVID-19.

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El patrón le informó que no estaba despedido, pero que suspenderían actividades “por tiempo indefinido” sin pago de sueldos o compensación alguna. No había más.

Con empleo, pero sin ingreso

Así, Carlos López tiene trabajo en la teoría, pero sin percepciones. “Estoy fuera de servicio, mi patrón me dijo que estaremos cerrados hasta nuevo aviso”, dice.

En New Jersey vive con su esposa y su pequeño hijo de siete años, con quienes está confinado desde el 17 de marzo. Entrevistado por Conexión Migrante, dice que han hecho un buen equipo.

Él provee los ingresos del hogar gracias a los ahorros que tenía y realiza tareas con su hijo. Ella cuida al pequeño el resto del tiempo y se ocupa de la mayor parte de las labores domésticas. Por las tardes, “matan el tiempo viendo TV”.

Carlos López sabe que sus ahorros no serán eternos, pero confía en que la reactivación paulatina de la economía lo lleve de nuevo a atender comensales, aunque esto sea bajo nuevas reglas.

En su caso, durante los días de encierro alguien lo piensa a 4,000 kilómetros de distancia: Keni, hija de su primer matrimonio. Una veinteañera que habita en la Ciudad de México, con la que habla, una o dos veces por semana, para compartir las novedades.

Es como no existir en Estados Unidos

Poco más de 153 000 casos de COVID-19 fueron confirmados en Nueva Jersey hasta finales de mayo, lo que le convirtió en uno de los estados más afectados por el este virus.

Keni sabe que la situación es compleja y el riesgo de contagio es constante. Pero está convencida de que la vida presente de su padre es mejor en Estados Unidos que en México, pues por el mismo trabajo, en México solo percibiría un salario mínimo.

“Lo que me preocupa es que mi papá no tiene documentos. El gobierno da apoyos, pero a quien tiene la nacionalidad (o permisos formales de residencia y trabajo). Ahora mismo, es su situación, es como si no existiera en Estados Unidos”.

 “Pienso que nada va a seguir igual después de la cuarentena, pero confío en que sabrán manejarlo bien en Estados Unidos porque el gobierno les está dando mucho apoyo a los empresarios. Pero seguramente no regresarán con el mismo número de empleados, imagino que la reapertura se vivirá de forma muy gradual porque la gente tiene miedo”, dice Keni.

Carlos López es más optimista al respecto: “Sí, sí me preocupa que al reabrirse los negocios haya menos actividad que ahora. Pero creo que el ser humano va olvidando las cosas y un día volveremos a ser los mismos de antes. Dejaremos de ir teniendo tantas precauciones como ahora e iremos regresando a la normalidad”.

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