La fila para recibir una despensa en el barrio de Flushing, en Queens, tenía más de 3 mil personas. Era tan larga que Tatiana se enlistó como voluntaria. En marzo del 2020, tres de los cuatro adultos que conforman su hogar estaban sin empleo, ella incluida. Pagar el alquiler significó usar sus ahorros y pasar hambre.

_¿Necesitan voluntarios?, le preguntó a Pedro, el director de la Jornada.
—Sí, su merced, ¿Cuándo quiere empezar?
— Ahorita mismo me quedo.

Un año después, Tatiana sigue siendo voluntaria. Los hombres descargan los camiones y desplazan los alimentos. Las mujeres conducen la logística y distribución de comida.

En el verano notaron como mucha de la gente tiraba algunos tipos de verduras. Para evitar un desperdicio que era inaceptable en ese momento, cocinaron las verduras a partir de recetas diversas y las repartieron en el barrio. El problema se acabó.

Tatiana sigue dedicando la mayor parte de su semana a atender personas en La Jornada, pero su trabajo principal consiste en hacer limpieza en casas particulares.