A finales de marzo, los muros de las redes sociales de los migrantes en Nueva York comenzaron a convertirse en obituarios.
Para abril, ya eran decenas de fotos de abuelas, tíos, madres y padres de familia con mensajes para recaudar fondos y cubrir los gastos de cremación y repatriación a México. Muchos de los caídos por la pandemia de Covid 19 eran trabajadores esenciales y el único sustento para sus familias, con hijos menores que quedaron en la orfandad.
La pandemia de COVID 19 dejó un número aún indeterminado de menores huérfanos, hijos de migrantes mexicanos, muchos indocumentados, en la ciudad de Nueva York y su área metropolitana.
A las principales organizaciones de apoyo a migrantes mexicanos en la Gran Manzana han llegado casos de familias que perdieron a un padre o madre con uno y hasta tres hijos menores de edad desde el inicio de la pandemia. Por su condición migratoria, muchos desconocen las opciones para mantener a sus familias unidas y evitar que sean tomados por el Estado.
“(Para la comunidad migrante) había dos principales miedos. El principal era la fosa común. Era el terror de todos los mexicanos. Morir en Nueva York de Covid 19 y acabar en la fosa común. Pero el otro miedo era que sus hijos acabaran en manos del Estado. Eso tiene un nombre específico que se llama foster care, que es donde toman a los hijos y los ponen con otros padres”, explica desde su oficina en Manhattan el abogado Luis Gómez Alfaro, especializado en asuntos migratorios.
Nueva York fue la primera ciudad de Estados Unidos en vivir la emergencia por la pandemia del coronavirus y padeció la escasez de personal, de equipo médico y de material de protección. Entre los diferentes grupos de población, los hispanos fueron los que tuvieron una mayor tasa de contagios, de hospitalizaciones y de muertes, según datos del Departamento de Salud de la ciudad.
Sobre el perfil de las 1,306 personas que fallecieron y cuyos restos fueron repatriados a México a través de la oficina consular durante 2020 y hasta abril de este año, sabemos que el 76% eran hombres y también el principal sustento para sus familias.
Las muertes no han parado. En abril pasado, Bertilde, de 48 años, perdió a su esposo Evaristo Castillo, de 52 años, ambos originarios de Guerrero y en condición migratoria irregular en Nueva York.
Bertilde ha quedado a cargo de sus tres hijos, de 10, 12 y 16 años. La mayor está pensando en comenzar a trabajar para ayudar a su madre con los gastos, su segunda hija tiene autismo y acude a una escuela especial; y su hijo menor tiene momentos de ansiedad muy intensos porque extraña a su papá.
"Por ratos está bien, pero por ratos él llora mucho. Que dice que extraña mucho a su papá. Ha dicho que se quiere morir, que no prefiere estar aquí, que él quiere morirse para qué va a vivir si no está aquí su papá", comenta.
Bertilde aún se encuentra en shock por la pérdida de su marido, quien trabajaba empacando carne en un supermercado.
“Él nunca dejó de trabajar porque era el que daba el sustento en la casa. Para renta, para (pagar los) billes. Y yo me dedicaba a los niños porque me dijo: ‘no tiene caso que tú trabajes nada más para pagar y que alguien más los cuide. No conviene. Y, a veces, no los cuidan bien’. Y me dediqué a cuidar a la niña. Ha tenido muchas complicaciones. He tenido muchos appointments con ella. Por eso, yo no he trabajado desde que comencé a tener a los niños”, comentó Bertilde vía telefónica desde Brooklyn.
La Red de Pueblos Trasnacionales ha servido como altavoz para dar a conocer su caso y recaudar fondos a través de las redes sociales y la plataforma GoFundMe en la que las personas pueden hacer transferencias directamente a la cuenta del beneficiario.
Con ayuda de sus familiares, logró pagar el funeral y sepultar a su esposo en Nueva York. Y con la plataforma alcanzó a recaudar lo suficiente para un mes de renta pocos días después de haber sepultado a su esposo.
Bertilde decidió no repatriar sus restos a México porque los hijos de Evaristo nacieron y crecerán en Nueva York. A un año de la pandemia, las restricciones sobre el manejo de los fallecidos por Covid cambiaron y fue posible enterrarlo de cuerpo entero.
Desde el comienzo de la pandemia, ha habido un número muy pequeño de familias en las que los niños tuvieron que ser colocados en hogares de acogida, generalmente con un pariente o miembro de la familia, como resultado de la muerte de los padres a causa del Covid 19, según la Administración de Servicios para Niños de la ciudad de Nueva York (Children's Services). Pero no ofreció un desglose de cuántas de esas familias son mexicanas.
La Administración creó un plan para que los padres enfermos por Covid decidieran a quién dejar la tutela de sus hijos menores, a través del ingreso de un formato disponible en línea. La oficina no precisó cuántos enfermos por Covid han usado este instrumento.
El idioma no es la principal barrera para que la comunidad migrante tenga acceso a este plan, pues, el sitio web tiene información disponible en 109 lenguas por la diversidad cultural que hay en Nueva York. El muro lo construye el miedo. Y tienen motivos.
“Sí hubo un tiempo donde el Child Service tenía mano dura con los paisanos mexicanos, ya sea que levantaran reportes por algunas nalgadas o cosas que normalmente son más comunes en nuestra cultura hasta acusar de desnutrición o comida chatarra”, explica Gómez.
“Pero la historia reciente es distinta cada vez. Los servicios son más y toman más en cuenta la realidad del migrante, la realidad cultural, la diferencia de idioma. Y ya casi no se escuchan esas historias donde los condados eran muy desiguales en la manera en cómo evaluaban la situación de los niños. A nivel ciudad de Nueva York, las cortes de familia son nuestros aliados”.
Gómez es de origen mexicano, se ha especializado en temas migratorios y colabora en un despacho en la ciudad de Nueva York. Ha encontrado en Facebook su principal medio de comunicación con la comunidad migrante. Suele hacer transmisiones en vivo desde su oficina, a un par de kilómetros del consulado mexicano, para explicar a qué programas de ayuda puede tener acceso la comunidad mexicana sin importar su condición migratoria.
Durante la pandemia, conoció dos casos de familias en las que ambos padres habían muerto por Covid 19 y en donde los mismos familiares nombraron a un “guardián” de los menores huérfanos.
“Si alguien es el único con la custodia, un papá soltero o mamá soltera y tienes el miedo de que no haya quien se haga cargo de sus hijos, pueden hacer un encargo en la Corte de familia. Es la manera de ser proactivos y puede ser en el momento que ya les dio el COVID”, explica.
Para ser guardián de un menor en NYC, el o la guardiana tiene que vivir en el condado donde se la acción o en el estado de Nueva York; no tener antecedentes de abuso de menores, ni de violencia doméstica o abuso sexual.
Para verificar esto, les toman impresión de las huellas dactilares en la Corte de familia y son mandadas a la capital del estado, Albany en caso de haber un récord de violencia doméstica, cancelan el proceso.
Gómez hizo énfasis en que todo este trámite es gratuito y que los menores tienen derecho a contar con el acompañamiento de un abogado, otorgado por la misma Corte familiar.
Hay otros servicios de apoyo para madres solas como Bertilde, como los cupones de comida (food stamps), por tener hijos menores. A través de la trabajadora social que da seguimiento a su hija con autismo, buscará acceso a recursos de asistencia funeraria del FEMA (Agencia Federal para Manejo de Emergencias), que apenas comenzó a recibir solicitudes el 21 de abril.
En su caso, puede también recibir hasta 3,000 dólares como crédito fiscal por cada uno de sus hijos a través de un cheque mensual de hasta 250 dólares, por ser mayores de seis años y que fue ampliado este año por el gobierno de Joe Bien.
Pero uno de los mayores retos será animar a que sus hijos continúen sus estudios, lo que sería la mejor vía para lograr una movilidad social.
“Los hijos mayores, los hermanos mayores, siempre tienen unos tres o cuatro hermanitos en las familias latinas, a la hermana mayor le ha tocado una carga muy grande a ella porque está anclada en la casa, les ha tocado explotarse más porque tienen que estar a cargo de la cocina y haciendo la escuela”, explica la investigadora de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, Norma Fuentes.
“Todavía no se sabe cuántos años de educación van a estar estos chicos atrasados”.