29 de abril de 2025

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Apuntes de la Diáspora | Del cáncer y la doble moral

Este mes de octubre se declaró como el de la prevención del cáncer de mama. En la tiendita de por mi casa se anunció que una marca de agua embotellada puso una cubeta para recaudar tapas y por cada tanto, no dicen cuánto, serán tan cuties de donar unas mastografías y exámenes diagnósticos. Los grandes monopolios se aprestan a pintar de rosa hasta los mangos de las sartenes, en las oficinas de gobierno, los servidores públicos también portan su listoncito rosa, y hasta los monumentos se iluminarán de tan ñoño color, todo lindo, casi que me siento como en esos países paradigmáticos de primer mundo, life is pink.

Alguna vez, platicando sobre su enfermedad, Rita Guerrero me recomendó el libro La enfermedad y sus metáforas, donde Susan Sontag escribe sobre el estigma no sólo de estar enferma de cáncer, sino de culpa, gracias a los conceptos pseudo científicos que aseguran que una se enferma por frustrada, porque no ha llorado, porque no ha dicho, porque no ha cogido, prácticamente, por imbécil. O, los enfermos de SIDA, enterrados en la culpa y el estigma de su vida licenciosa. La fantasía punitiva de la sociedad de las buenas costumbres hecha realidad. Por eso la caridad es tan recurrida en nuestra sociedad: no es lo mismo la lástima que la empatía. Ni la caridad que la solidaridad.

Estas campañas de concientización superficiales, con música suave de fondo que incita a poner el curita sobre la llaga purulenta, cada vez son más recurridas por los grandes corporativos para cebarse en el autoengaño de la responsabilidad social y la educación. ¿Esa empresa de agua embotellada no se ha enterado que una de las sustancias carcinogénicas más letales proviene de la que desprenden sus botellas de plástico cuando les da el sol?, ¿O de la contaminación de los mantos acuíferos que causan los procesos de industrialización de ese recurso? ¿Saben ustedes que para producir una botellita de 600ml de agua embotellada se gastan 20 litros de agua? ¿O que son los gobiernos de izquierdas y derechas los que permiten que se comercialice con el agua cuando este es un recurso vital y un derecho humano con el cual debe estar prohibido lucrar? Ellos lo saben, oh sí, y dan jugosas tajadas para que no se sepa, y puedan maquillar su perversión. Para seguir vendiéndonos la fantasía del agua pura y listón rosa.

Ya en un artículo anterior hablé sobre las hormonas sintéticas que prácticamente están androgenizando a la humanidad, capítulo aparte es el de los glifosatos producidos para los monocultivos, la contaminación por metales pesados, la industria de la belleza, sobre todo la destinada al género femenino, la minería, en fin, toda la industria que promueve y niega una realidad evidente: nos están envenenando y a cambio nos dan un listón, una mamografía, un extra,  ni qué decir de la industria de las certificaciones orgánicas, keto, healthy o lo que sea. 

Hay un problema fundamental desde mi perspectiva y se llama exceso de consumo, consumimos demasiado, de todo, a toda hora, nos hemos convertido en monstruos insaciables, ¿quién dijo que había que comer tanto?, ¿tener tanta ropa?, ¿tomar tantos suplementos?, ¿acumular tantísimas cosas que no usamos? Pues eso, que nos cambiaron el consumo por el vacío, queremos llenar lo inconmensurable: una panza infinita, un empacho perpetuo.

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Todo esto frívolamente aderezado con psicología barata que asegura que la enfermedad da por tal o por cual somatización, que busquemos la pureza y lo natural, que nos liberemos de la misma culpa que nos venden por no liberarnos, eso sí, sin estar enojados ni frustrados, fluir en armonía, respirar lavandas. 

La prevención de enfermedades a través de estudios diagnósticos ha evolucionado muchísimo, igual que los tratamientos, me gusta mucho la rama de investigación que apuesta por la inmunología y los procesos de enfermedad relacionados al metabolismo. 

Puedo dejar de fumar, hacer ayuno intermitente, hacer ejercicio, dejar de usar tantos productos procesados, pasarme el carbón activado por los ganglios, usar la cúrcuma con pimienta y aceite, no usar desodorante, hacerme la mamo, no hacérmela porque es peligrosa la radiación, mejor un USM, etcétera. Una ecuación es exacta, o no es:

Pienso en la muerte, en la estadística de los amos de la estadística, los señores grises de los seguros, que cada vez apuestan menos por mi vida. O en la reciente pandemia, que nos arrancó a nuestros amados, de un tajo, sin previo aviso, terminando con la certeza. Hay algo inequívoco para mi en este momento: tengo a alguien a quién servir, por quién ser útil, puedo amar. 

Me dolió profundamente la muerte de Rita, la extraño… Pienso en Una, en mi tía Lola, en Hortensia,  que en una inflexión maldita del destino, enfermaron y murieron, regalándome, con esa experiencia, la reiteración de la fragilidad de la vida. Sirva este texto como un amoroso homenaje a todas ellas.