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Apuntes de la Diáspora | Ante la crisis: habitar el presente…

“Somos el instante, en nosotros nace el día cada vez, por primera vez. Somos el lugar, en nosotros se detiene la noche, cada vez, por primera vez”…  

Francois Cheng

A partir de la Revolución Industrial, la forma en que los seres humanos nos relacionamos con el tiempo cambió y seguirá cambiando dramáticamente. Al igual que los medios de producción, que se han transformado para abastecer una demanda de consumo global en en paulatino incremento, las personas hemos tenido que entrar en este ciclo frenético en orden de satisfacer las necesidades creadas por el sistema capitalista actual.

La era digital ha obligado a migrar a millones de personas a sistemas que se vuelven obsoletos en poco tiempo y a mantenerse en una constante adaptación a los nuevos procesadores. Como adelanta la teoría de La Tercera Ola, muchas personas han perdido sus trabajos porque las diversas tecnologías los desplazan: si antes se contrataba a un diseñador para realizar un cartel, ahora éste se puede hacer con poco esfuerzo a través de diferentes plataformas: nos convertimos en prosumidores (productor-consumidor).

Si bien esta tendencia refleja un sentido democratizador, también significa permitir que la mala calidad, lo desechable, lo inmediato y no sustentado por el conocimiento y la técnica, se convierta en la norma. En el fondo de toda esta vorágine de cambios tecnológicos y consumo, queda lo desechable, lo prescindible, incluyendo a las personas… Las redes sociales son un buen ejemplo: nuestra información es transformada para estadísticas de todo tipo, se nos clasifica de tal modo que nos volvemos predecibles para el cliente, que nos venderá exactamente el producto que los datos dicen que necesitamos.

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Los procesos de aprendizaje, las mecanizaciones básicas que una persona requiere para desarrollar sus habilidades mentales y emocionales, exigen periodos de atención largos, esfuerzos complejos, pero son sustituidas por la recompensa inmediata que brinda el teléfono: una extensión del cerebro y el cuerpo. ¿Hasta qué punto estamos tomando nosotros las decisiones o las delegamos a esta prótesis? La ansiedad es un estado mental relacionado directamente con todos estos hechos. Vivimos en ansiedad por el futuro y en revisión constante del pasado, si hubiera… ¿qué va a suceder si…?

Habitar el presente no es una propuesta nueva, el budismo y el mindfullnes recurren a esta práctica a través de la meditación para arrestar la ansiedad, la mayoría de culturas originarias tienen rituales semejantes, en las comunidades terapéuticas de AA se pide llevar la recuperación “sólo por hoy”… Lo cierto es que sólo poseemos el presente, es la única certeza, y si habitamos el presente, podremos tener una relación justa con la realidad: qué hay, qué hago, qué tengo… Dejar de sufrir ansiedad por las exigencias del “deber ser” del sistema es una forma de detener su influencia, de revolucionar nuestra conciencia hacia la paz y la compasión con nosotros mismos, de permitirnos el agradecimiento y la alegría.