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Migrantes alquilan su cuerpo a la ciencia para sobrevivir en Estados Unidos

Migrantes alquilan su cuerpo a la ciencia para sobrevivir en Estados Unidos
Migrantes y personas de bajos recursos prestan su cuerpo para los miles de estudios clínicos que se realiza en Estados Unidos, y de esta manera poder sostenerse económicamente.

Migrantes y personas de bajos recursos prestan su cuerpo para los miles de estudios clínicos que se realiza en Estados Unidos, la razón de esto es que son remunerados económicamente y con ello consiguen pagar gastos básicos como vivienda, alimentación y transporte.

De acuerdo con el testimonio de un ciudadano cubano de 49 años para el medio BBC, a quien llamaron “L” por motivos de privacidad, desde el 2013 que migró a los Estados Unidos, en Miami, ha recorrido medio país de clínica en clínica participando en todo tipo de estudios clínicos a cambio de dinero.

“Esta es mi filosofía: no le tengo mucho miedo a la muerte, ni mucho apego a la vida. Si me pasa algo por una cosa que fue voluntaria, pues al carajo: me jodí” dijo “L” al medio.

“Quizás cuando esté muriéndome en la cama me lamente de haber puesto mi salud en riesgo por ganar 6 mil dólares en 15 días. Pero, ¿dónde tú ganas tanto dinero en tan poco tiempo en Miami?”, añadió.

El primer resultado clínico que “L” se realizó fue en 2013 por una situación de emergencia, pues relató que vivía en un cuarto de 4 por 4 de una casa de tráiler. En ese entonces trabajaba como periodista para una publicación digital que quebró.

“L” dijo que sólo le quedaban 250 dólares en el bolsillo y que no tenía para pagar la renta. Por lo que una amiga cubana le recomendó hacerse estudios clínicos a cambio de dinero. Su amiga se ganaba la vida así porque no le gustaba trabajar para los “gringos”.

“Mi amiga no tenía casa. Vivía de hospital en hospital, sometiéndose a un estudio prácticamente todos los meses. Por ejemplo, si el estudio duraba 20 días, vivía allí ese tiempo y cuando salía se quedaba los diez días restantes del mes en la casa de algún familiar”, dijo “L”.

“Le pagaban muy bien. A veces, me decía, podía ganar 6 mil dólares por solo 15 días de internamiento. Yo me la pasaba criticándola. Me reía de ella. Le decía que era una rata de laboratorio” añadió.

Un día “L” llamó a su amiga y le dio la dirección de una clínica en Miramar en Florida. Allí fue donde se realizó su primer estudio. “Eran 180 personas, casi todos inmigrantes cubanos acabados de llegar a Estados Unidos, ni un sólo estadounidense”.

Por el estudio cuenta “L” que le pagaron 2 mil 800 dólares por diez días de ingreso, al igual que a cada voluntario. “Unos días antes me había presentado en la clínica con mi identificación y número de seguro social. Me registraron en la base de datos y me dijeron que me iban a contactar”.

A los dos o tres días le llamaron. El estudio se trataba de una tableta oral que estaban por sacar al mercado. La mujer al teléfono le dijo que la pastilla “no hacía nada”.”A los nuevos les dicen siempre esto. Generalmente nunca te advierten que el medicamento puede ser malo”.

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“A lo sumo te hablan de efectos secundarios como picazón, diarrea, náuseas o dolor de cabeza. Cuando vas por primera vez no les importa, porque no te conocen”, añadió.

“Pero cuando has ido varias veces a la misma clínica y entras en confianza con ellos, muchas veces te aconsejan que no te sometas a algún medicamento en específico si ha habido personas que han sufrido vómitos o desmayos en las fases anteriores”.

Según “L” en las clínicas les explican cuantas extracciones de sangre les realizarán, además se cercioran que no hayan usado drogas o alcohol antes de ingresar. El primer día que te dan a tomar la tableta por primera vez se conoce como PK, es cuando más sangre sacan al voluntario.

“Te pueden pinchar cada 15 minutos durante las primeras cuatro o seis horas, para ver el impacto del medicamento en tu organismo”, añadió “L”.

Además cuenta que no se les permite salir del hospital, lo que los voluntarios que se someten a este tipo de estudios lo que hacen en ese tiempo libre es mirar televisión o jugar domino o ajedrez.

Tampoco se les permite tener sexo, por esa razón los hombres y mujeres duermen separado. También se les prohíbe comer más de lo que se les da en el desayuno, almuerzo y cena. “Si te sorprenden haciendo algo de eso, te sacan de la clínica y no te pagan”.

“L” ha estado en Florida, Arizona, Texas Illinois y Wisconsin internándose en varias clínicas. Cuenta además que durante el 2014 y la mitad de 2015 sólo con lo que ganaba de los estudios estuvo sosteniéndose.

“En 2017 participé en un estudio en Dallas, Texas, que pagaba 7 mil dólares por 23 días de ingreso. De esos 23, estuve al menos 18 con diarreas”, concluyó “L”.

De acuerdo con la BBC, las grandes compañías farmacéuticas de la Unión Americana (las conocidas como Big Pharma) no pueden poner a la venta sus productos sin su eficacia y seguridad no han sido probadas antes en seres humanos. Además, tienen que contar con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA).

Gracias a esos estudios se consiguen importantes avances en el tratamiento de todo tipo de enfermedades, salvando a millones de personas en el mundo.

Los estudios de primera fase pueden ser parcialmente más peligrosos, pues sus voluntarios son los primeros en probar esos fármacos o tratamientos. Los de fase dos, tres y cuatro no suelen implicar más que algunos efectos secundarios como nauseas, pérdida de cabello, erupciones en la piel o visión borrosa.

En cualquier caso, antes de participar en un ensayo de este tipo, se recomienda consultar con un profesional médico.

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