Migrantes, perdidos en la frontera; más incertidumbre por nula información

David, migrante de Camerún, permanecía a solo unos pasos de la entrada peatonal de Tijuana a Estados Unidos sin saber qué hacer luego de que el gobierno estadunidense cambió la reglas para otorgar asilo.

“Nadie ha pasado de Tijuana a San Diego a pedir asilo en los últimos cinco días; no sabemos qué pasa y los agentes mexicanos tampoco tienen información”, dijo David.

Salió de Camerún hace cuatro meses, después de que criminales organizados amenazaron con matarlo a él y a su mamá si se negaba a darles el dinero que ganaba como conductor de un taxi.

A mediados de abril entró por Tapachula con una visa humanitaria que venció a los 20 días, le tomó dos semanas llegar a Tijuana y ha estado dos meses a la espera de pasar a pedir asilo, pero este martes se sentía muy confundido.

“Alguien estaba diciendo que ya no van a dar asilo, que nos vamos a tener que quedar en México o pedir asilo aquí, nadie nos dice nada oficial, tampoco pasa nadie a solicitar asilo”, dijo.

David es uno de cientos de migrantes de Camerún, Gana, Haití, Honduras, Guatemala y México que se congregaban este martes con inquietud en las inmediaciones de la oficina del Instituto Nacional de Migración (INM) en el paso peatonal del oeste de Tijuana, PedWest, también conocido como El Chaparral.

Los mismos migrantes se habían organizado hasta ahora para llevar el registro de familias conforme se presentaban, al anotarlos en “el libro”, una libreta de contabilidad de siete columnas que alguien les regaló hace un par de años.

Hasta ahora pasaba el migrante que tenía el número 3 mil 655. Los siguientes esperaban pasar en unas ocho semanas, pero primero el retraso y luego la nueva restricción a las solicitudes de asilo en Estados Unidos realmente impactaba en el ánimo.

José Andrés Guevara, de Honduras, platicó a Conexión Migrante en el refugio Agape de Tijuana que, si no puede pasar a pedir asilo, lo primero que piensa es en quedarse en México.

Pagó miles de lempiras, calcula que el equivalente a 6,500 dólares para llegar a la frontera de Texas con su hijo de seis años. Cruzó y se entregó para pedir asilo, pero le dijeron que tenía cita en Los Ángeles, en noviembre, por lo que viajó a Tijuana.

“Creo que habrá que buscar trabajo desde ahora. Mi esposa y mi niña siguen en Honduras sin que nadie les ayude. Con estas noticias de que ya no darán el asilo todo cambia”, dijo el migrante que definitivamente se niega a regresar a su país.

Gloria, una migrante madre soltera de Honduras, platicó por su parte en el refugio Juventud 2000 que sentirse “más que confundida, deshecha”.

“Esto quiere decir que no importa si salimos huyendo de la violencia y la miseria, de todos modos a lo más que ahora podríamos aspirar es a quedarnos en México y no es lo mismo. Una ha hecho todo por llegar a reunirse con familiares que podrían ayudar en Estados Unidos, pero en México mi niño y yo estaríamos solos”, dijo.

Algunos migrantes piensan que las familias mexicanas que también buscan asilo quedarían como privilegiadas, porque no les aplica la nueva regulación de asilo.

Pero una madre con su familia de Guerrero dijo mientras aguardaba en las inmediaciones de la garita peatonal que “tal vez lo que nosotros en mi familia sufrimos es distinto a lo que les ha tocado a los centroamericanos, pero no por eso va a ser menos daño”.

La nueva regulación dice que los migrantes que lleguen a pedir asilo primero deberán haberlo solicitado en el primer país que encontraron en su camino y donde su vida ya no estaba en riesgo. Según esa decisión, todos los centroamericanos debieran pedir asilo en México, y solo si se les niega, entonces pedirlo en Estado Unidos.