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Perspectivas | Si el TLC se acaba no será una tragedia

Las posibilidades de que EU abandone el Tratado de Libre Comercio son reales y posibles y aunque no se producirá una crisis en la economía mexicana, sí ocasionará turbulencias que afectarán el nivel del tipo de cambio y presionarán las tasas de interés y las finanzas públicas.

Las expresiones del secretario de Economía Ildefonso Guajardo indican con claridad que las amenazas y balandronadas de Donald Trump, tanto como candidato como mandatario electo, aparecieron ya sobre la mesa de negociaciones en forma de propuestas concretas.

La principal necedad es utilizar la negociación como mecanismo para equilibrar la balanza comercial, que es deficitaria para Estados Unidos. Lo increíble del caso es que a Trump le preocupe un déficit comercial de 60 mil millones de dólares anuales con México y no le causa problema los 130 mil millones de dólares con Europa y los más de casi 200 mil millones de dólares del déficit con China.

Es decir, donde mejor le va a Estados Unidos en su intercambio comercial es precisamente en la zona TLC, con la que tiene el menor déficit comercial, pero como las necedades humanas son infinitas, es claro que Trump quiere equilibrar la balanza usando el TLC, lo cual significa medidas proteccionistas, impuestos especiales a productos mexicanos.

Y eso es inaceptable. En esta renegociación México no puede perder el terreno que se ganó en la negociación inicial del Tratado. Es posible, por ello, que quien se levante de la mesa sea México y no Estados Unidos.

El equipo mexicano tiene un plan B en caso de que el TLC se acabe, esa estrategia permitirá abrir mercados nacionales a otros países, por ejemplo, el de granos a Argentina y que los productos mexicanos entren a EU bajo las reglas y los aranceles de la Organización Mundial de Comercio.

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El mayor peligro no reside, por lo mismo, en el final del TLC sino en la posibilidad de que Estados Unidos no quiera acatar las reglas arancelarias de la OMC y desate una guerra comercial que afecte la marcha de la economía mundial, que apenas este año da señales claras de recuperación.

No hay duda de que México tendrá que seguir luchando en un ambiente económico mundial desfavorable. Lo ha hecho así desde la crisis de 2008; luego, con las turbulencias creadas por la posibilidad de que ganara Trump; después, cuando como presidente electo la emprendió contra México y ahora, como mandatario, no pasa una semana sin que nos amenace con algo.

Todo ese clima propició que el peso mexicano se depreciara más del 50%, que los niveles de inflación se dispararan, presionados también por el aumento en los precios de la gasolina y que Banco de México tuviera que aumentar las tasas de interés para tranquilizar los mercados.

Esa ha sido la tarea mexicana de los últimos años. Aumentar impuestos y moderar el gasto para equilibrar las finanzas públicas y buscar incluso un superávit primario, mover la política monetaria, moderar las contrataciones de la deuda.

Y todo eso, aunque ha mejorado la cara de la economía mexicana, ha significado también hacer sacrificios en materia de inversión.

El final del TLC no será una tragedia, pero sí una nueva dificultad que nos caerá del cielo.

Hasta el próximo martes y, mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.