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Un verdadero reto docente | Huberto Meléndez Martínez

A Carlos Daniel Trejo S., deseándole un porvenir mejor que su niñez.

“A ver Diego, por favor dime, ¿cómo se obtiene la superficie de un triángulo como el que está en el pizarrón?”, inquiría el maestro a un niño de quinto grado de primaria.

Se armó un alboroto en el grupo por dar la respuesta, saltaban en su asiento con la mano arriba pidiendo intervenir, algunos gritaban estirando su brazo con el dedo índice en alto, la expresión desmesurada, era una pregunta fácil… “¡Yo, yo, yo, maestro!”.

El alumno, de pie junto a su pupitre, con una leve sonrisa, nerviosa, los ojos brillantes, pero fijos al muro inferior del pizarrón, tardó un momento (que pareció largo) en responder. Con pasos ordinarios se aproximó al profesor, hizo una seña de que se inclinara para emitir su respuesta al oído. El docente se aproximó para escuchar mejor, entre la gritería del grupo. “Se multiplica la base por la altura y luego se divide por dos”, dijo el niño con voz apenas audible.

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El grupo disminuyó el ruido al ver la expresión afirmativa del mentor. “Díselos en voz alta a tus compañeros”, exclamó. El pupilo, cohibido bajó la cabeza y no se animó a hablar fuerte. Pasó a su lugar con la misma sonrisa nerviosilla. Los condiscípulos más próximos se dieron cuenta de la respuesta y comentaron, pese a su escepticismo “sí sabe, sí sabe”. La incredulidad se basaba en que sabían todos sobre las insuficiencias académicas de este infante en los diferentes temas. Con dificultad podía leer palabras de hasta cuatro letras. Usualmente recibía atención especial y exprofeso por parte de su maestra. Avanzó durante el ciclo, pero no lo suficiente conforme a las expectativas y propósitos de ambos.

Parece inconcebible un acontecimiento de esta naturaleza, pero es real (la realidad es siempre más cruel que la ficción). Desde luego que existen las explicaciones al respecto. Su carácter introvertido se debía a limitaciones en sus experiencias previas. Toda persona es resultado de sus vivencias.

Sus padres se habían separado años atrás y por esa razón vivía con su abuelita materna. Ella, con insolvencia económica apenas lograba sobrevivir. Asumir esa responsabilidad de manutención hacia el nieto, acentuaba la gravedad socioeconómica. Ella quedó a cargo luego de un prolongado proceso legal, durante el cual estuvo sin asistir a clases durante muchos meses.

Con la abuelita paterna estuvo viviendo por años y el peso de la adversidad también lo mantuvo fuera de la escuela.

Llegó a medio ciclo y para su fortuna, encontró a la maestra Tommy, quien dedicó mucho tiempo adicional para atenderlo. Paciente y perseverante conformó un buen ambiente escolar, tratándole con respeto, solidaridad y consideración. Poco a poco se iría saldando hacia él la deuda de la vida, a través de la familia, la sociedad y la escuela.

Al finalizar el ciclo escolar se patentizó la incertidumbre vivida al término de cada periodo de evaluación. ¿Debía promoverse al sexto grado? ¿Debía repetir el año?.

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