Hace unos días conocimos que las remesas que recibió México en mayo sumaron 2,586 millones de dólares. Avanzan a la velocidad de la luz, es el nivel más alto en 22 años. Si las acumulamos con las recibidas entre enero y abril, estos fondos alcanzan los 11,532 millones de dólares.
Y seguirán creciendo en 2017, anticipan los expertos del banco Citibank Banamex. Los principales estados beneficiarios serán Michoacán, Guanajuato y Jalisco durante el segundo semestre.
Pero ¿qué impulsa a las remesas a crecer tan rápido? ¿Son buenas para México? ¿Hay efectos colaterales? Te lo contamos.
Compensando carencias
La llegada de remesas es, por supuesto, algo positivo para las familias mexicanas. En un país en donde uno de cada dos habitantes vive en la pobreza, los gobiernos son muchas veces corruptos y los servicios públicos (salud, educación, seguridad) son ineficientes, las remesas cubren carencias.
Cada vez que un migrante manda dinero a México, envía aproximadamente 300 dólares. Son unos 5,500 pesos que permiten cubrir -o complementar- los gastos básicos de las familias.
De cada 1,000 pesos que recibe una familia vía remesas, 600 pesos se van a cubrir necesidades indispensables, como alimentación, vivienda y salud. Y los 400 pesos restantes se destinan, por ejemplo, a financiar las siembras (en las familias agricultoras); la creación de pequeños negocios (comida, confección de ropa, comercio al menudeo); pero también a construir viviendas y pagar deudas.
Estos datos se desprenden de estudios del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), organismo de la ONU que se ocupa de promover el crecimiento en las zonas agrícolas más pobres del mundo.
Pero las dudas persisten… Si siempre ha habido pobreza en México, ¿por qué los migrantes que radican en EEUU mandan más dinero hoy que hace una o dos décadas?
México pierde
La principal explicación de porqué las remesas se han fortalecido durante los últimos años es el recrudecimiento de las políticas anti migratorias. Dicho de otra forma, lo mismo Donald Trump con sus amenazas y aspavientos, que con Barack Obama, con su templanza y moderación, han encabezado gobiernos en Estados Unidos que aplican una agresiva agresiva política de expulsión de inmigrantes.
No olvidemos que durante los dos mandatos de Obama fueron deportados 2.8 millones de migrantes sin papeles. Ningún otro gobierno había reenviado tanta gente a su país de origen.
Hoy, ante la ofensiva de Trump, los indocumentados intentan anticiparse y enviar más dinero a sus casas. Temen que una deportación los obligue a perder el patrimonio financiero que han construido durante años en EEUU.
Pero hay otro efecto colateral resultado de la migración de los capitales…
México pierde teniendo a tantos paisanos en EEUU. Se trata de una mano de obra que se especializa y gana en experiencia en el país vecino, generando riqueza a los Estados Unidos, no en casa. Y los hijos de esos trabajadores (los dreamers), ya nacidos en territorio estadounidense, frecuentemente son empleados o emprendedores que (si no son deportados) entregarán lo mejor de su talento a un país distinto al que vio nacer a sus padres.
En los meses por venir, las remesas seguirán creciendo en 2017. Servirán para mejorar la calidad de vida de las familias, encubriendo la ineficacia de los gobiernos. Pero su repunte seguirá siendo una campana que nos recuerda que México y su economía se pierden del trabajo y compromiso de aquellos que son migrantes***
