La proliferación de nombres que de pronto engrosan la lista de quienes buscan ser candidatos a la Presidencia de la República es –creo yo- un síntoma de la crisis política y social que vive México en medio del mal humor social, de la incredulidad, de la violencia y de la impunidad que impulsa todo lo anterior.
Al coctel de la desaprobación del actual gobierno, el mal humor social, la asonada de crímenes contra periodistas, el voraz robo de combustibles y la feroz guerra sucia entre candidatos a las elecciones locales de este mismo año, se agrega la ausencia de figuras que proyecten certidumbre, confianza, seguridad, rumbo, a escasos meses del proceso de renovación del poder presidencial en nuestra nación.
Esperanza, pues, palabra clave en la campaña del único candidato seguro para el 2018, Andrés Manuel López Obrador, que sin embargo y aún con un amplio respaldo popular, es visto con desconfianza –por no decir franca preocupación- desde un amplio sector que no gusta de sus posiciones populistas y sus propuestas de soluciones fáciles a nuestros problemas
En fin, que las opciones visibles para determinar al próximo gobierno se ven difusas, y en el mejor de los casos proyectan a un nuevo presidente que contaría apenas con el respaldo de un tercio de la población nacional.
Y como los vacíos se llenan, un día sí y otro también surgen nuevos nombres de quienes pudieran aparecer en la boleta electoral al lado de AMLO, con ya 18 años en campaña y en pos de su tercer intento por alcanzar el poder.
Veamos.
En el PAN, que ya tuvo dos oportunidades seguidas de gobernar México en 2000 y 2006, iniciamos este año con 3 claros prospectos para buscar la candidatura albiazul: Margarita Zavala, ex primera dama, Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla, y Ricardo Anaya, presidente en funciones del partido.
Pero mientras estos tres personajes están enfrentados en dimes y diretes que pasan por spots promocionales, candidatos locales y campañas (sobre todo la del estado de México), surgen 2 nuevos nombres que ya levantaron la mano: el senador Juan Carlos Romero Hicks y el rector de la Universidad de las Américas de Puebla, Luis Ernesto Derbez.
Ambos reclaman su oportunidad y muestran sus credenciales: el primero apela a sus dotes académicos y experiencia legislativa, y el segundo a su paso por posiciones relevantes en el gobierno como la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Economía.
Del lado del PRD, muchos han tomado en broma las aspiraciones de los actuales gobernadores de Michoacán y Morelos, Slivano Aureoles y Graco Ramírez respectivamente. Sin embargo, parece un hecho de que el Jefe de Gobierno de la ciudad de México y flamante Presidente del Consejo Nacional de Gobernadores (CONAGO), Miguel Angel Mancera, será un abanderado que buscará proyectarse como independiente pero con el apoyo del partido del sol azteca.
Aquí me permito mencionar que si esto es así, Mancera jugará un papel determinante en el ganador de la contienda, porque los votos que jale para sí o los apoyos que otorgue a los otros candidatos y partidos formales, serán decisivos.
Y en el PRI, ni hablar.
A los eternos y naturales candidatos del partido en el poder –Miguel Angel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso- los profesionales de la grilla y la especulación han venido agregando a José Antonio Meade, Aurelio Nuño, Enrique de la Madrid y –últimamente- ven al exrector José Narro como una figura adecuada para hacer frente al tabasqueño López Obrador, porque a pesar de que dista de ser joven, su paso por la UNAM tiende puentes con este electorado juvenil, además de no cargar necesariamente con todos los negativos priístas, como pudiera ser también el caso del titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Hay otras versiones de que se busca una opción afuera del círculo del poder actual de la administración pública, y apuntan hacia París y hacia la figura del también excanciller José Angel Gurría, actualmente al frente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
En fin, demasiados nombres que no hacen sino abonar a la teoría del vacío y de la desesperanza.
Falta muy poco tiempo por transcurrir y muchísimo más por definir.