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Excélsior, 100 años

Este fin de semana se celebra el primer centenario de Excélsior, icónico medio de comunicación mexicano en cuyas páginas se refleja la historia del último siglo lo que, aunque se diga fácil, representa todo un acontecimiento.

Literalmente, aprendí a leer en las páginas del Excélsior que llegaba todas las mañanas a mi casa paterna desde que tengo uso de memoria.  Estoy remontándome a fines de los años sesenta, cuando la rebelión estudiantil y la represión gubernamental, los Juegos Olímpicos de México, o la llegada de la televisión a color a la casa del vecino, la primera de todo el rumbo, donde vimos azorados las primeras imágenes cromáticas con motivo del Mundial de Futbol de 1970.

Un año antes, recuerdo haberme impactado por la portada que daba cuenta de la llegada del hombre a la Luna.  Tiempo después, me estremeció leer sobre el atroz crimen de don Gilberto Muñoz Muñoz y su esposa Asunción Izquierdo (después se supo que el asesino había sido su propio nieto); o del accidente aéreo en el aeropuerto de Santa Cruz de Tenerife entre dos gigantescos Boeing 747, o bien del alcance entre dos convoyes del Metro capitalino en la estación Viaducto, muy cerca de donde yo cursaba mi primaria.

Los recuerdos de mi niñez están, pues, ligados al Excélsior que “aterrizaba” puntual y madrugadoramente en el patio delantero de Playa Cuyutlán número 273 en la clasemediera colonia Reforma Iztaccíhuatl.

Luego supe del golpe de la cooperativa de Excélsior contra su director Julio Scherer García (1976) en un hecho que marcó un parteaguas en la historia del periódico y cuyos detalles conocí pocos años después como estudiante de comunicación en las páginas del imprescindible libro “Los Periodistas”, de Vicente Leñero.

Llegan también mis recuerdos sobre los primeros pasos que di, profesionalmente hablando, en la oficina de prensa de la Universidad Nacional Autónoma de México, hace 32 años, cuando a pesar de todo Excélsior seguía siendo referente, al igual que las ediciones meridiana “Últimas Noticias” y vespertina “La Extra”, todas referentes.

En las oficinas de prensa mandábamos la información con un raro aparato llamado telex, que transmitía cintas perforadas que llegaban a su destino con una impresión letra por letra en la terminal receptora.

Tengo clarísimas también las primeras planas para dar cuenta de la terrible explosión en el barrio de San Juanico, rodeado de gaseras, o del terremoto de septiembre de 1985 que devastó gran parte de la zona centro de la ciudad de México.

Luego, el fax, que pasó rápidamente al desuso ante la llegada de las primeras computadoras personales, de los correos electrónicos y del teléfono celular, que nadie imaginó que después serviría casi para todo, menos para hablar por teléfono.

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Las grandes crisis recurrentes a partir de los ochenta implicaron ajustes, recortes, reinvenciones, pero Excélsior siguió adelante, como lo hace ahora ante la revolución de las tecnologías de la información.

Y fue así que también podemos consultar las portadas de las crisis económicas, de los asesinatos políticos, de la alternancia democrática mexicana, de los atentados del 11 de septiembre de 2001, y de tantas coas más.

Parece increíble que tras dificultades y desaveniencias Excélsior –casi desahuciado hace tan solo una década- fuera afortunada y atinadamente rescatado por el Grupo Empresarial Imagen, y sea parte de un robusto y orgulloso conglomerado multimedia que da la batalla en la siempre intensa pero ahora polifacética competencia por los públicos y las audiencias.

Excélsior es todo un símbolo del largo proceso evolutivo de la actividad periodística en nuestro país, desde los años postrevolucionarios hasta la aldea global que soñó Marshal McLuhan y que hoy es una impresionante realidad de interacción noticiosa en tiempo real, 24 horas al día y 365 días al año.

Hoy, el periódico es mucho más que los pliegos de papel –ahora más coloridos que los que hojeaba de niño- y lo podemos ver y escuchar en radio y televisión, pero también en las redes sociales.

El nombre –“cabezal” para los que vivimos en estas andanzas- es tan potente que sobrevive al símbolo # (hashtag) o al @ del Twitter, y hoy celebra sus primeros 100 años, por lo que lo celebro gustoso.

Muchos nombres han pasado por ahí.  No los menciono porque correría el riesgo de omitir injustamente alguno.  Por ello, mis felicitaciones (hoy, hoy, hoy –Fox dixit-) las manifiesto vía Olegario Vázquez Raña y Olegario Vázquez Aldir, empresarios visionarios que emprenden un proyecto fascinante, pero también a través de los admirables colegas Pascal Beltrán del Río, Gerardo Galarza y por supuesto mi anfitrión editorial, Pancho Garfias, imprescindible columnista político al cumplirse el primer siglo del periódico.

¡Felicidades, Excélsior!