Como en política no hay casualidades, llaman poderosamente la atención dos hechos aparentemente aislados pero que pueden marcar el inicio de una estrategia de relanzamiento del gobierno de Enrique Peña Nieto, en lo que pareciera ser la última oportunidad para recuperar parte del inmenso terreno perdido en cuanto a su popularidad y aceptación se refiere.
La sorpresiva y quirúrgica operación que extraditó a Joaquín “El Chapo” Guzmán justo el último día de la administración del presidente Barack Obama no podía, no puede criticarse fácilmente, como ha sido lastimosamente común con cada iniciativa o anuncio presidencial desde el desplome que siguió al ya lejano “mexican moment” del inicio de su gobierno.
Al contrario. Tanto el mandatario como el Procurador General de la República se llevaron las palmas por finalmente entregar al capo a la justicia estadounidense que lo reclamaba desde hace muchos años, durante los cuales el famoso delincuente se dio el lujo de fugarse de prisión en un par de ocasiones.
Los comentarios derivados de la insólita noticia fueron desde el eficaz operativo jurídico que dejó viendo visiones a la defensa del Chapo, hasta el “timing” político que envió varios mensajes a los Estados Unidos: que la entrega se hizo todavía a Obama y no a Trump, quien asumió el poder al día siguiente; que la compleja relación entre México y su vecino del norte no tiene que ver sólo con política comercial y migración, como parece pensar por su retórica el nuevo inquilino de la Casa Blanca; y que las inevitables negociaciones que están en puerta entre ambos gobiernos tendrán que abordar también los temas de seguridad, narcotráfico y cooperación en otros muchos temas.
La otra noticia que da lugar a este análisis es la renuncia de Fidel Herrera Beltrán como cónsul de México en Barcelona, anunciada escuetamente por la Cancillería el domingo por la mañana.
El exgobernador veracruzano se va en medio de la tormenta desatada por las denuncias del actual mandatario Miguel Angel Yunes, sobre deleznables y criminales simulaciones en el tratamiento de niños con cáncer en la entidad jarocha.
No son nuevos los señalamientos contra Herrera Beltrán desde que ocupaba el Palacio de Gobierno de Jalapa y después de dejar el poder. Recuerden simplemente la gran polémica desatada cuando fue nombrado cónsul el 19 de octubre de 2015, con graves protestas que no tuvieron lugar solo en México, sino incluso en la capital catalana, por los antecedentes de este representante del más viejo y rancio priísmo.
¿Golpes mediáticos para recuperar credibilidad?
Pareciera que sí, aunque para que pudieran tener verdadero impacto a favor de la disminuida figura presidencial mexicana quedarían varios pendientes, el más importante también veracruzano: la captura de otro exmandatario local, Javier Duarte de Ochoa.
Duarte se ha convertido, junto con el escándalo de la Casa Blanca, los lamentables hechos de Ayotzinapa y más recientemente el incremento en los precios de las gasolinas, en el símbolo de la desazón, el “mal humor social” y –en suma- de la crisis política y de gobierno que atraviesa la administración peñista a poco menos de dos años de concluir y a un año de iniciar el proceso electoral para la sucesión presidencial.
Mientras tanto, en materia de política exterior, el hombre fuerte de Peña Nieto –hoy Canciller- aprieta el acelerador y prepara la primera reunión con el nuevo gobierno de Donald Trump esta misma semana, preludio de lo que será el encuentro de éste con el jefe de estado y de gobierno mexicanos, anunciado para el próximo 31 de enero.
No quisiera ser mal pensado, pero el apresurado anuncio del encuentro entre Presidentes, hecho el fin de semana por el vocero de Trump, pareció adelantarse a un posicionamiento que Relaciones Exteriores había programado para hoy lunes por parte del Jefe del Ejecutivo. A ver qué nos dice Peña Nieto o el propio Videgaray una vez que la Casa Blanca adelantó la noticia de la reunión para el último día del primer mes del año.
En todo caso, la estrategia del gobierno mexicano para tratar de reacomodarse rumbo al 2018 pasará privilegiadamente por los primeros pasos que se den en lo que será una difícil relación con Washington, pero que no puede descuidar en lo más mínimo la política interna, con el ajuste en el nuevo modelo energético, los partidos políticos con graves fisuras internas, el crecimiento electoral de Morena y su dueño Andrés Manuel López Obrador, o las elecciones locales de este 2017 en Nayarit, Coahuila y el Estado de México.
Y por si esto fuera poco, hay que dar seguimiento y atender la exigencia dura y diaria de toda la sociedad en cuanto a combatir la corrupción y exigir un adecuado y transparente gasto público, tras los escandalosos casos de exgobernadores y funcionarios federales cuya característica no ha sido precisamente la honestidad en el manejo de los recursos de todos los mexicanos.