El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció en Phoenix su política migratoria en agosto pasado. Lo hizo justo después de haber visitado México y sostener un encuentro con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto.
Sus promesas fueron duras. De cumplirse, afectarían a unos 11 millones de mexicanos ilegales radicados en EEUU. Revisemos sus compromisos:
Dejó claro que primero serían enviados a sus países de origen los extranjeros que han tenido conductas criminales, que según sus estimaciones son 2 millones de personas.
En este punto, vale la pena recordar que Barack Obama ya tiene en marcha (desde noviembre del 2014) una política para expulsar a todo aquel inmigrante que suponga riesgos para la seguridad del país. Lo que Trump pretende es hacerla más rigurosa.
La pregunta obligada es, ¿cómo pretende lograrlo? Trump reformaría la USA Patriot Act, una ley diseñada originalmente para frenar el terrorismo, pero que le permitiría bloquear las transferencias que hacen los mexicanos a sus familias.
Las remesas son muy importantes porque actualmente superan los 20 mil millones de dólares anuales, esta medida afectaría a 10 millones de familias en México que reciben regularmente fondos desde EEUU.
Al delinear su política migratoria, Trump aseguró que solo eliminaría el bloqueo para las remesas cuando el gobierno mexicano acepte pagar íntegramente el muero (que costaría unos 10 mil millones de dólares).
Hasta ahora, el empresario republicano no se ha pronunciado nuevamente sobre este tema, pero se espera que pronto retome el que ha sido uno de los estandartes de su campaña.***
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