Es mediodía y en la salida N de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) hay poca gente esperando a los mexicanos que finalmente regresan a su país.
A diferencia de lo que muchos pensarían, son pocos los familiares que esperan la llegada los paisanos. Los migrantes que salen después de la revisión prefieren no hablar por el cansancio del vuelo.
Octavio García Flores, un migrante originario de Guanajuato, es uno de los 135 mexicanos que fueron repatriados el pasado 24 de agosto de Estados Unidos, y el único que acepta contar su experiencia.
García Flores, de 38 años, salió del municipio guanajuatense de Manuel Doblado hace 15 años, tiempo que pasó en Columbus, Ohio, en donde trabajaba como constructor.
“Es duro porque ahorita si uno no tiene documentos y tiene uno que manejar al trabajo, en una parada de la policía ahorita nos están reportando con agentes de migración y de ahí es donde comienza el proceso de la deportación”, comenta en entrevista con Conexión Migrante.
Octavio estuvo varios meses en distintos centros de detención de Estados Unidos antes de regresar a su país.
“De Ohio me mandaron a Pensilvania, luego a otro condado en Pensilvania y de ese condado, que, se llama York, nos mandaron a Luisiana, de Luisiana a Chaparral, Nuevo México, y de ahí para acá”, explica.
Octavio espera a un amigo, un joven michoacano que llegó a Estados Unidos cuando apenas tenía 3 años, al cual conoció durante su estancia en el centro de detención de Ohio y a quien un error le “costó caro”.
“Yo le voy a hacer el favor aquí, porque tengo familiares aqui en México, lo estoy esperando pues tenemos ganas de comer algo mexicano, intercambiar teléfonos. Una amistad nueva”, dice.
El guanajuatense lleva en la mano unos folletos que acaba de recibir de algunas organizaciones migrantes que esperan a los mexicanos que, después de muchos años, vuelven a pisar su tierra y una carta de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) que usará como “identificación oficial” a falta de credencial de elector.
Empezar de cero
Octavio recuerda que hace muchos años, antes de irse a Estados Unidos, para ganarse la vida hacía de todo un poco, era “un milusos”.
“Una compañía de seguridad privada por la inseguridad que veo que hay en mi país. Por lo que vemos allá en Estados Unidos que es una inseguridad bastante grande aquí”.
“Y oí que en mi estado que siempre ha sido un estado pacífico (…) Incluso a muchos amigos de mi infancia no los voy a encontrar, algunos desaparecidos, muertos. Un poco de pendiente por ese lado”.
“Es triste saber la situación en la que se encuentra mi país, pero estoy contento de estar de regreso. Ver mexicanos por todos lados, hablar mi lengua”, concluye.