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#HistoriasDeDeportados | Dieciséis años de arduo trabajo en EE. UU.

En 2001, Carlos G., de 34 años, pasó por la ciudad fronteriza mexicana de Nuevo Laredo, cuando se dirigía al norte para entrar en Estados Unidos sin documentos. Dieciséis años más tarde, se encontró de nuevo en esa localidad, contando su historia a investigadores de Human Rights Watch en un centro de acogida de personas deportadas.

Cuando llegó a Houston en 2001, Carlos empezó a trabajar en remodelaciones. Aprendió a realizar tareas de pintura, colocación de estuco y otros oficios, y más tarde empezó su propio negocio, T’NO’s Painting. En el momento de mayor actividad de T’NO’s, Carlos era dueño de todas las maquinarias y daba empleo a otros cinco trabajadores.

Lamentablemente, su negocio no siguió siendo próspero y tuvo que volver a trabajar para otras personas; pero sus nuevos jefes le agradaban, y dijo que eran justos y que le ofrecían tareas interesantes.

 

En diciembre de 2015, Carlos fue a la casa de un primo para ver un partido de fútbol entre EE. UU. y México. Cree haberse ido de la casa para volver a su hogar en Houston cerca de las 2 a.m. y afirma que estaba completamente sobrio. Cuando vio luces de emergencia por el espejo retrovisor, no se preocupó, pues había otro automóvil detrás del suyo que circulaba —según pudo ver los instantes en que miró por el espejo— de manera bastante errática. Supuso que la policía pretendía detener a ese vehículo. Pero Carlos fue obligado a detenerse y acusado de intentar evadir ser arrestado.

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Carlos estuvo encarcelado dos meses. Luego, sus jefes le ayudaron a pagar la fianza, y pasó seis meses teniendo una audiencia judicial tras otra. En su expediente se indica que se dispuso la suspensión condicional del proceso. En agosto de 2016, empezó un período de libertad vigilada de tres años durante el cual tuvo que comparecer una vez por mes y, según afirma, no faltó ni una vez a las fechas estipuladas.

El 27 de abril de 2017, se presentó como era habitual ante su supervisor de libertad vigilada. Apenas cruzó la puerta, un hombre con uniforme del ICE le preguntó cuál era su nombre y lo esposó.

Luego de varias semanas en el centro de detención inmigratoria de CCA en Houston, fue deportado en junio. En el Instituto Tamaulipeco para los Migrantes, Carlos todavía estaba preocupado por un trabajo de pintura que había quedado sin terminar en Texas, en la casa de su jefe. Solo quedaban por dar unos últimos retoques a las molduras del techo.


Esta historia fue originalmente publicada en Human Rights Watch. Si gustas leer esta y otras historias puedes hacerlo en el siguiente enlace: LOS DEPORTADOS.

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