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#HistoriasDeDeportados | Francisco, un locutor de radio que fue deportado y no encuentra trabajo

A casi un año de haber regresado a México, Francisco no ha podido recuperarse debido a la discriminación que las empresas ejercen al contratar.

Francisco Juárez es un mexicano oriundo de Morelos, el cual fue repatriado a México en marzo de 2017 y a casi un año de haber regresado al país que lo vio nacer no ha podido recuperarse del trago amargo de la deportación por la falta de oportunidades y la discriminación que ejercen las empresas al reclutar personal.

Tras vivir en Kentucky por casi 14 años y desempeñarse en diversas actividades, limpiando casas y dándoles mantenimiento, Francisco decidió cambiar la imagen negativa que tienen los estadounidenses de los mexicanos y por eso decidió inició a dar talleres sobre la cultura mexicana, en los cuales hablaba sobre la comida, cine y otros aspectos culturales de nuestro país.

También se desempeñaba como locutor de radio y en su programa se dedicaba a entrevistar a líderes migrantes en Estados Unidos, otra de sus actividades era escribir guiones para obras de teatro.

Sin embargo, a pesar de ser reconocido en el ámbito cultural y de cuidarse de forma constante de la migra no pudo evitar escapar de los oficiales migratorios, quienes al estar respaldados por un presidente como Donald Trump llegan a sacar lo peor de ellos.

El calvario de Francisco inició en enero del año pasado, cuando fue detenido por agentes de migración mientras caminaba por la calle con destino a su casa después de cenar.

Al llegar a la estación de policía tuvo miedo de que tomaran sus huellas y cerró los puños, esto propició que los agentes de policía le dieran una descarga eléctrica y lo acusaran por violencia contra la autoridad.

Pasaron más de 4 días hasta que pudo ver al juez, aunque al principio se le acusó de haber cruzado de forma ilegal la frontera, también se le acusó por violencia, sin embargo, esta acusación no fue clara y pospuso su audiencia.

En todo este tiempo no pudo entablar contacto con ningún conocido, ya que no tenía forma de saber los números de teléfono de sus amigos.

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Debido la precaria situación que vivió en prisión y para evitar pasar más tiempo en ella, Francisco decidió firmar su deportación voluntaria, para hacer más rápido el proceso, pero esto solo lo llevaría a lo que él llama “su gira de despedida”.

A pesar de haber firmado el documento para dejar el país de forma voluntaria, tuvo que pasear de prisión en prisión por toda la unión americana durante los siguientes tres meses.

En este lapso de tiempo vivió experiencias nada agradables, como dormir en el piso, estar en situación de hacinamiento (hecho que generaba constantes conflictos entre los internos), incluso en una prisión recibió comida que había caducado hace más de un año.

De acuerdo con las autoridades, el traslado de los migrantes que enfrentan un proceso de deportación tiene como objetivo reunir a la mayor cantidad de indocumentados en un mismo punto para ahorrar costos en las deportaciones, sin embargo, un oficial le confesó a Francisco que el traslado de reos significa más dinero para las prisiones manejadas por empresas privadas, pues estas cobran al gobierno dependiendo del número de presos.

La pesadilla no terminó

Llegar a la Ciudad de México no representó una mejora inmediata para este hombre, ya que al llegar al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México tenía que esperar otras 6 horas para poder tomar el autobús que lo llevaría a su casa.

Cansado de esperar decidió renunciar al privilegio de tomar el autobús e invadido por la nostalgia decidió recorrer el Centro Histórico antes de volver a su casa, lugar en el cuál no sabían qué iba a llegar.

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A pesar de que volver a ver a su familia después de tantos años le genero una gran felicidad, la parte difícil de su regreso al país fue enfrentarse a la burocracia mexicana.

Tramitar documentos básicos como su Curp, Acta de Nacimiento y credencial de elector le tomó varios meses. Conseguir papeles y trabajo en Estados Unidos le costó tres días.

Una vez pudo conseguir los papeles, encontró otro gran obstáculo, al tener más de 45 años muchas empresas le cerraron las puertas o simplemente no respondieron a su petición de empleos.

Además, debido a que no tiene esposa ni hijos le fue negada la inscripción a los programas de apoyo para morelenses repatriados.

Lamentablemente las ofertas de trabajo que han llegado no alcanzan a cubrir sus necesidades.

Tras todo esto Francisco dice sentirse como una persona damnificada tras un desastre natural, pues perdió prácticamente todas sus pertenencias, su trabajo y su vida de un día para otro.

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