Los datos oficiales sobre la marcha de la economía, que calcula y dará a conocer el INEGI, aún no salen, pero ya es un hecho, en la realidad, que la economía entró ya en recesión. La mayoría de los sectores trae números rojos; otros, observan como los pedidos se caen y la liquidez se estrecha.
En los primeros tres meses del año la economía terminó con una caída de 0.2% y en aquel momento las previsiones eran que en los segundos tres meses, de abril a junio, podría darse un crecimiento de 0.5%.
Pero las cosas no sucedieron así. Los caprichos continuaron, la descalificación incluso a la realidad cuando no coincide con lo que el Primer Mandatario piensa siguieron siendo pan de todos los días; muchos programas e instituciones pasaron a mejor vida.
Hoy por hoy, la mayoría de los gobiernos estatales está en serios problemas económicos. O porque le recortaron el presupuesto y porque el gasto público destinado a los Estados no llega; podría decirse que todos los municipios ya tienen crisis económica por falta de dinero.
La obra pública está semiparalizada y los proyectos de infraestructura privados ya se detuvieron o no se han iniciado. Por ello, la industria de la construcción, que es un verdadero motor para la economía, está en cifras rojas desde octubre del año pasado.
La minería también tiene números rojos desde principios de este año y la generación de empleos formales está en los niveles más bajos desde 2014.
Para marzo de este año, la inversión mostraba una caída del 5.9% y no se ve nada que pueda pronosticar que ha reaccionado o que reaccionará en lo que resta del año.
El gasto público se redireccionó para apoyar los programas sociales del Presidente de la República y su ejercicio ha sido ineficiente y es una verdadera tortura la que pasan los secretarios estatales de finanzas para lograr que les canalicen los recursos federales para el gasto estatal.
Hay pocas dudas de que la economía ya se paralizó y que en muchos sectores tiene ya cifras negativas.
Acaso lo más preocupante no sea ya lo que ha sucedido, sino lo que está por venir.
No hay ninguna señal de que el manejo económico se vaya a corregir. En la medida que se insista en que la economía va bien aunque la realidad diga lo contrario, en que sigan las torpezas en el sector energético y que solo se privilegien las medidas sociales ignorando que une buena política social solo es sostenible con una economía en crecimiento, así sea raquítico, las cifras empeorarán.
Si las cosas siguen así, la parálisis se convertirá en recesión y aún las cifras macroeconómicas que tanto presumió el Presidente de la República en su informe del 1 de julio, empezarán a deteriorarse.
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