La orden de los líderes de la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE) fue tajante, “endurezcan la posición; hay que parar la reforma de López Obrador porque no es sino la misma de Peña Nieto, solo que revolcada.”
Los últimos días, en varios estados hubo tomas de oficinas y paros magisteriales; no protestan contra la reforma directamente, sino que enarbolan otras banderas.
En algunos casos, demandan que les paguen salarios atrasados porque, en efecto, la federación no ha enviado los recursos; en muchos, piden que no se les retenga el Impuesto Sobre la Renta y tienen el descaro, y la ignorancia, de pedir a los Estados, cuentas sobre el uso del ISR retenido; otras protestas son contra las Escuelas de Tiempo Completo porque “son una explotación laboral contra los maestros”.
El problema es sencillo. A la CNTE no le gusta nada que, por principio de cuentas, la reforma de AMLO pretenda reformar la Constitución para que sea el Estado quien tenga la rectoría de la educación, lo que supone que los pagos, promociones, ascensos, evaluaciones, carrera magisterial estará en manos de gobierno y no de los maestros.
En el pasado, el sindicato recibía el dinero de los maestros y él lo dispersaba. Probablemente por eso hay varias decenas de miles de maestros que parece ser que no existían y esos salarios iban a manos de la cúpula sindical.
Tampoco gusta nada que se mantenga la evaluación, “no punitiva”, como les prometieron, pero evaluación a fin de cuentas que determina si un maestro tiene o no que estudiar más.
La única diferencia es que antes se les despedía; ahora, se les capacitará para que pasen la siguiente evaluación.
Y desde luego, se sienten engañados, porque les dijeron que desaparecería el Instituto de Evaluación Educativa y, en realidad solo se le cambiará de nombre, no se sabe aún, pero tendrá las mismas funciones.
Los maestros de la CNTE endurecieron su posición y de inmediato se cambiaron las fechas para discutir la iniciativa en la Cámara de Diputados; ahora, no hay fecha, lo que supone que la educación en México entró al limbo.
La reforma de Peña Nieto ya fue abrogada; la de AMLO ni siquiera tiene fecha para su discusión.
Nadie sabe entonces qué hacer; si se utilizan los libros que dio la reforma de Peña Nieto; si los planes siguen o se paran.
Lo único que ha sucedido en realidad es que los maestros que fueron despedidos por no pasar los exámenes, ya fueron reinstalados, aunque no les les pagaron salarios caídos como ellos querían.
Lo increíble el caso es que si algo necesita el país es jóvenes mejor preparados y hoy, los jóvenes de México, su educación y su futuro están atrapados entre las protestas de la CNTE y la facilidad con que este gobierno cede a las presiones.
Lástima para México, porque cada día perdido es educación son miles de niños y jóvenes a los que se les pone más difícil su futuro.
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