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PERSPECTIVAS | El autoengaño presidencial

Lamentablemente al terminar muchos mandatos, los presidentes se dan cuenta que su gobierno ni fue lo que ellos paneaban, ni lo que sus lame botas les dijeron, ni se cumplieron muchos de sus propósitos

A todos los Presidentes de la República les sucede lo mismo: piensan que basta con dar una orden para que las cosas sucedan, las instituciones se transformen, la pobreza se resuelve y la corrupción se aleje.

Cuando dejan la Primera Magistratura se dan cuente de que muchas de las obras que ordenaron ni siquiera iniciaron, que otras se quedaron a medias; que estrategias completas salieron chuecas, que muchos de sus allegados y otros no tanto se hicieron multimillonarios.

Se dan cuenta que, por desgracia, su Presidencia ni fue lo que ellos paneaban, ni lo que sus lame botas les dijeron, ni se cumplieron muchos de sus propósitos.

Hay mandatarios que se engañan solos en medida que renuncian a ver la realidad y el engaño se completa porque su equipo no quiere que “el señor” se disguste.

Andrés Manuel López Obrador pertenece a esos mandatarios que ignoran y desprecian la realidad y él ha llegado al extremo de descalificar las cifras oficiales, que difunde el INEGI y dar las suyas propias, aunque no sean ciertas.

La semana pasada estuvo en Pinos, Zacatecas, una de las regiones más pobres de ese Estado y ahí pronunció un discurso que en esencia es el mismo que se le escucha en sus giras por el interior de la República.

Es justa su preocupación por los pobres, por lo adultos mayores, por los jóvenes, por los pobres; el problema es que él piensa que todos esos grupos están ya atendidos y que los esfuerzos de su gobierno a favor de los pobres ya están en marcha y son exitosos.

Por ejemplo, insiste en decir que ya, en estos momentos, el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro beneficia 500,000 jóvenes.

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Es posible que haya algunos miles; no los 500,000 mil y nadie sabe cuántos son porque el Primer Mandatario no acepta otra cifra que 500,000.

También informa que un número equis de niños y jóvenes de preparatoria y universidad reciben una beca universal “para que no se quede nadie sin estudiar”. Y sin duda hay algunos miles que la reciben, pero no hay un censo claro y preciso de cuántos son, donde estudian y cómo le va en sus escuelas.

Y así por el estilo los pagos a los adultos mayores, los créditos a la palabra con la entrega de pies de cría de reses, las tandas del bienestar.

Es decir, los programas sociales impulsados por este Gobierno son lo más opaco que existe porque los únicos datos de los beneficiarios son los que están en la cabeza del Presidente de la República y no se admiten otros.

Hacer así las cosas mueve a que el Primer Mandatario se auto engañe pensando que su estrategia funciona, que los programas están en marcha y benefician a quienes él piensa que se debe apoyar.

La única realidad es que el dinero se desperdicia y que un programa sin medición se convierte en un foco de corrupción y en una estrategia que como no se mide, no se sabe si va bien o mal y generalmente va mal.

Y así están hoy todos los programas sociales de la 4T.

Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB Perspectivas de Luis Enrique Mercado y en mi cuenta de twitter @jerezano52