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Nueva caravana de migrantes llega a Guatemala; Trump insiste en muro

Glasys Menjiva lleva en brazos a su hijo de 16 meses mientras aguarda en la línea para cruzar la frontera en Agua Caliente, Guatemala. Ella forma parte de la caravana de migrantes que inició el viaje rumbo a EE.UU. el martes.
El presidente Donald Trump volvió a presionar a los legisladores con la necesidad de construir un muro en la frontera sur para impedir el paso de la nueva caravana.

A medida que la última caravana de migrantes hondureños partió el martes rumbo a EE.UU. y cruzó la frontera con Guatemala, el presidente Donald Trump volvió a presionar a los legisladores con la necesidad de construir un muro en la frontera sur para impedirles el paso.

A través de su cuenta de Twitter, el presidente Trump indicó que “en la actualidad existen 77 muros importantes o significativos construidos en todo el mundo con 45 países planificando y construyendo muros. Más de 800 millas de muros se han construido en Europa desde el 2015. Todos han sido reconocidos como 100% exitosos. ¡Deten el crimen en nuestra frontera sur!”.

Trump también arremetió contra los demócratas al decir que están a favor de fronteras abiertas y el crimen. “No quieren tener nada que ver con la gran crisis humanitaria en nuestra frontera sur”.

La última caravana de migrantes hondureños que espera llegar a Estados Unidos cruzó de forma pacífica la frontera con Guatemala el martes en la noche bajo la atenta mirada de unos 200 policías y soldados guatemaltecos.

Alrededor de 500 personas, entre las que había docenas de niños, formaron filas para mostrar su documentación a una primera línea de personal de seguridad desarmado en el cruce fronterizo de Agua Caliente.

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La policía antimotines formó un segundo cordón para contener cualquier posible altercado.

Edilberto Hernández, un exagente de policía, esperaba con su esposa y sus cuatro hijos para ingresar a Guatemala. Luego de perder su empleo, solo pudo encontrar trabajos mal pagados en la construcción, y decidió viajar con toda su familia “por necesidad, debido a la pobreza”.

El futuro que les aguarda en la frontera entre México y Estados Unidos es incierto. Las caravanas previas que se convirtieron en tema de campaña del presidente Donald Trump en las elecciones legislativas de noviembre, se han reducido a unos cuantos cientos de integrantes después de que muchos de ellos decidieron regresar a Centroamérica o echar raíces en México.

Sin embargo, pese a la estricta postura migratoria del gobierno del presidente Trump, muchos otros -casi la mitad, de acuerdo a los registros de arrestos de la Patrulla Fronteriza– han intentado ingresar ilegalmente a Estados Unidos.

Alrededor de seis mil centroamericanos llegaron a Tijuana en noviembre en medio de conflictos en ambos lados de la frontera sobre su presencia en esta ciudad mexicana colindante con San Diego.

Al lunes, menos de 700 migrantes permanecían en una sala de conciertos al aire libre en Tijuana que el gobierno mexicano habilitó como albergue para los migrantes.

¿A dónde se fueron?

La Patrulla Fronteriza ha realizado alrededor de dos mil 600 arrestos relacionados a la caravana en el sector de San Diego, dijo el portavoz Theron Francisco, quien señaló que casi la mitad han cruzado ilegalmente hacia Estados Unidos. Por lo general las familias son liberadas y se les entrega una notificación para comparecer ante una corte migratoria.

Las autoridades mexicanas señalan que alrededor de mil 300 miembros de la caravana han vuelto a Centroamérica. México ha otorgado visas humanitarias a cerca de dos mil 900, muchos de los cuales ahora trabajan legalmente en el país.

Francis López, de 26 años de edad, es uno de los migrantes que se han quedado en México. El exempleado de una fábrica de ropa dijo que él y su esposa tomaron la decisión de abandonar su casa en San Pedro Sula, Honduras, para integrarse a la primera caravana en octubre. Esperaban unirse con un familiar en Florida, pero ahora podría cambiar de opinión sobre solicitar asilo después de que un abogado estadounidense le dijo que su caso tenía poco sustento y podría permanecer detenido hasta que un juez ordenara su deportación.

“Es una pérdida de tiempo, tiempo que no recuperas”, dijo López.

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