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La risa: ¿antídoto para los chistes malos?

A los participantes de la investigación les pareció que los chistes combinados con risa fueron más divertidos que los chistes sin risa, y que cuanto más natural sonaba la risa, mejor

Buenas noticias para los bromistas en todo el mundo: la risa puede hacer que un mal chiste parezca más divertido, según un estudio. A los participantes de la investigación les pareció que los chistes combinados con risa fueron más divertidos que los chistes sin risa, y que cuanto más natural sonaba la risa, mejor.

Este efecto fue el mismo para las personas que sufren de autismo, como lo fue para quienes no lo tienen, lo que sugiere que las personas autistas pueden no interpretar todas las señales sociales de manera tan diferente como se esperaba.

“Hay una gran cantidad de investigaciones que sostienen que las personas con autismo procesan la información social de manera diferente, y hay evidencia de que procesan la risa de manera diferente”, dijo Sophie Scott, profesora de neurociencia cognitiva en el University College de Londres, que fue co-autora del estudio publicado en Current Biology.

La investigación sugiere que, al fin y al cabo, la forma en que las personas con autismo interpretan la risa puede no ser tan diferente a los demás.

Las personas con autismo tienden a tener problemas con las interacciones sociales, que podrían deberse a cómo procesan señales sociales como la risa.

Para estudiar cómo las personas con autismo y las que no tienen procesan la risa, un equipo de investigación dirigido por Qing Ceci Cai, estudiante de PhD. de la University College de Londres, aprovechó el poder del juego de palabras.

Cai buscó en Internet chistes sencillos que incluían juegos de palabras, como ‘¿De qué te ríes? ¡Me Río de Janeiro con dinero en la cartera!’

Los chistes pueden no ser intrínsecamente divertidos, pero eso fue intencional, dijo Cai. Al usar chistes “malos”, los investigadores podrían estar seguros de que había mucho espacio para que las opiniones de los oyentes sobre dichas bromas mejoraran.

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Los participantes del estudio, que incluían personas con y sin autismo, escucharon las bromas tal como las contó un comediante profesional y calificaron lo gracioso que era cada broma en una escala de uno a siete. Algunos chistes fueron seguidos por una grabación de risas, mientras que otros no.

Los investigadores descubrieron que cuando los chistes se combinaban con la risa, se calificaban con un 15% más divertidos en promedio.

Además de saber cómo la presencia de la risa afectó lo graciosas que parecían las bromas, los investigadores también querían saber si las risas de sonido natural afectarían el resultado más que la risa forzada. Pidieron a un grupo separado de voluntarios, entre ellos la coautora Scott, que se riera a carcajadas, generando risas “enlatadas”, y luego los grabaron riéndose espontáneamente.

“Fue muy divertido”, recordó Scott. “Básicamente, simplemente hicimos lo que fuera necesario para hacernos reír unos a otros sin hacernos cosquillas”.

Si bien cualquier tipo de risa hizo que las bromas parecieran más divertidas, la risa espontánea tuvo un efecto más fuerte que la risa enlatada, lo que incrementó la diversión percibida en un promedio de casi el 8%.

“Cuando la gente comenzó a transmitir comedias en la radio, usaron la risa de la audiencia para indicar que era una comedia”, dijo Scott. “Lo que nuestro estudio muestra es que puede que no solo ayude a los oyentes a saber qué está pasando, sino que en realidad les puede ayudar a encontrarlo más divertido”.

Aunque los oyentes autistas consideraron que las bromas eran más divertidas en general, el cambio de la risa forzada a la natural incrementó el disfrute de las bromas de ambos grupos en la misma proporción. Los investigadores creen que esto demuestra que las personas con autismo procesan la risa de la misma manera que las personas sin autismo.

Robert Provine, profesor emérito de psicología de la Universidad de Maryland, Condado de Baltimore, que no participó en la investigación, describió el estudio como una “contribución única” al campo.

“El aumento del humor en nuestras vidas tiene el potencial de beneficiarnos tanto mental como físicamente”, escribió Shelia Kennison, profesora de psicología de la Universidad Estatal de Oklahoma, en un correo electrónico. Ella tampoco estuvo involucrada en la investigación. “Estos resultados sugieren que las personas con autismo también se beneficiarán de los beneficios positivos del humor”.

Los investigadores planean realizar un estudio similar mientras exploran el cerebro de los participantes para aprender más sobre cómo procesan la risa.

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