Preocupados de que el Covid-19 se propague en sus comunidades, un grupo de canadienses decidieron toman el asunto en sus propias manos e intimidar a los visitantes que viajen a su país.
Por lo que John Horgan, primer ministro de la Columbia Británica, recordó a los canadienses enojados: “Estén tranquilos, sea amable”.
Mientras que a los estadounidenses que se encuentran en Canadá legalmente les sugirió viajar en transporte público o anden en bicicleta.
“Con respecto a aquellos que tienen matrículas en alta mar y se sienten acosados, sugeriría tal vez el transporte público”.
Atraídos por la proximidad, el tipo de cambio ventajoso y la seguridad, Canadá era el segundo destino extranjero más popular para los estadounidenses antes de la pandemia.
El 31 de marzo la frontera entre los dos países se cerró a los turistas. Sin embargo, eso no impide que algunos estadounidenses intenten cruzar.
Muchos son rechazados de forma rutinaria en los cruces fronterizos, otros optan por hacer turismo en lugar de tomar la ruta más directa a Alaska.
A pesar de que los infractores enfrentan posibles multas, la cárcel o incluso la prohibición al país.
En julio Canadá comenzó a limitar cruces a lo largo de la frontera con EEUU a ciudadanos extranjeros.
También les exige que se registren y que muestren una etiqueta colgante en su espejo retrovisor con una fecha de salida obligatoria.
Algos residentes de Vancouver monitorean el tráfico de embarcaciones para ver quién apaga el transpondedor de identificación automática de la embarcación.
Cuando notan que una embarcación se oscurece, asumen que está invadiendo y lo informan a la RCMP.
Trevor Long, presidente de la Asociación de Hospitalidad de Banff & Lake Louise, dijo que las restricciones a estadounidenses impactan a la economía.
“Estamos listos para seguir recibiendo el golpe hasta que las cosas mejoren en todo el mundo”.
Con información de The New York Times.
